Los cinco retos de Isabel Tocino en el Pastor

Una transición ordenada y tranquila hasta la integración total en el grupo Santander, misión de la ex ministra al frente del Banco Pastor

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El nombramiento de Isabel Tocino al frente del Banco Pastor se interpreta en diversas esferas como la antesala de su salida del grupo Santander, una suerte de retiro sin serlo, cuando ya tiene 68 años y lleva diez como consejera externa independiente en la entidad de los Botín, frente a una medida de cinco años de duración en el cargo para este tipo de puestos en las cotizadas españolas. Sin embargo, la exministra tiene tareas sobre la mesa. Tantas como los planes que diseña ahora Ana Patricia Botín. De su cumplimiento dependerá la gestión de Tocino. Estos son sus cinco principales retos.  

Plan de integración

La absorción del Popular por el Santander supuso la integración de tres bancos en uno, contando el Pastor, que se mantuvo como marca propia hasta ese momento. Ahora toca la reordenación de los servicios centrales, con un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que viene a ser un aperitivo previo al gran recorte de plantilla que está por llegar. La idea inicial, reiterada en varias ocasiones, es proceder a la integración total del Popular-Pastor, similar a las que acometió el Santander de Emilio Botín cuando se fusionó con el Central Hispano o cuando compró en pública subasta Banesto. En ambos casos, las marcas y los balances se mantuvieron durante algunos años, para diluirse finalmente en el grupo. Resultaría difícil de entender que Isabel Tocino se desvíe de este guión.

La difícil paz social

El hachazo laboral en todo el grupo llegará en 2019, cuando se haya completado la integración tecnológica y sea más fácil de abordar el cierre de oficinas, que será la piedra angular del nuevo Santander. El actual ERE, que contempla 1.384 salidas, también afecta a Galicia, con cierres de centros informáticos y sedes corporativas. En el aire, en Galicia, unos doscientos empleos en esta primera tacada. Es de suponer que, aunque las supervise, las negociaciones con los sindicatos no las llevará directamente Tocino. En su mano está que Galicia, y el Pastor, no sean un problema para Ana Patricia Botín.

Cierre de oficinas

Galicia representa el paradigma de las duplicidades en la integración de los tres bancos, y eso es un problema. El nuevo Santander, con Popular y Pastor, convierte al grupo en el segundo banco del mapa financiero gallego, con una cuota de mercado en cuanto a sucursales de prácticamente el 29%. Hasta 2019 habrá tiempo para negociar, pero el horizonte parece claro, cuando además las entidades financieras reniegan de las redes convencionales. Y las sucursales son empleos: a 31 de marzo, en Galicia el Santander contaba con 900 trabajadores, por los 419 del Popular y el millar escaso del Pastor. Una plantilla de unas 2.300 personas solo en Galicia. Abanca, por poner un ejemplo, cuenta con algo más de 4.000 empleados, y en toda su red.

El mito de la marca

El mantenimiento de la marca Banco Pastor es una idea fuerza de cartón piedra, como ha sido en cierta medida el propio banco desde que el Popular lo absorbió, en octubre de 2011, cuando la entidad de José María Arias ya no podía competir por el peso del ladrillo y las provisiones en su balance. En cierta medida, el Popular se hizo con el pasivo del Pastor (los depósitos) para financiar sus activos malos, su ladrillo. ¿Tiene sentido ahora que desaparezca la marca Popular y se mantenga la enseña Pastor? ¿Cuántas oficinas y empleados retendrá el Pastor, de seguir como marca independiente, a partir de 2019? Solo el gancho comercial que representa la marca Pastor puede hacer cambiar a Ana Patricia Botín de idea, que ya anunció en su momento que la integración sería total. E Isabel Tocino no parece de las que desaire a sus superiores.

Puentes con la Xunta

Decida finalmente lo que decida el equipo del Santander con su negocio en Galicia, y con la marca Pastor, Ana Patricia Botín sabe que tiene en Isabel Tocino un activo en cuanto a sus relaciones políticas. En su hatillo guarda la exministra gran parte de la historia de lo que se entiende hoy en día por el Partido Popular. Y puede ser un interlocutor más que cómodo con la Administración gallega, ya sea para limar diferencias (Feijóo apuesta, aunque de forma más o menos prosaica, por el mantenimiento de la marca Pastor) como para tender puentes con uno de los hombres clave para el futuro de los populares cuando Rajoy ya no esté en La Moncloa.

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