La banca española se harta de las exigencias del BCE
No entiende que haya que tener un capital medio del 12,3% cuando algunas entidades apenas lograron en 2019 una rentabilidad del 6%
La banca española sigue clamando contra el Banco Central Europeo (BCE) por su política monetaria y su insistencia en mantener unos niveles de capital que considera elevadísimos para las actuales circunstancias del negocio. Cada foro, cada seminario, cada reunión con el Banco de España (BdE), la EBA o el BCE es una ocasión para reivindicar unas condiciones de capital más relajadas y poner fin, de una vez por todas, a la avalancha normativa que pesa sobre las entidades financieras desde la crisis de 2008.
Y es que los seis mayores bancos españoles cerraron 2019 con una capital de máxima calidad (CET 1) del 11,98%, frente a una rentabilidad medida en términos de recursos propios (ROE) del 8%. “No tiene sentido alguno” comenta un directivo bancario y lo peor es que, “encima se están planteando mayores exigencias”. Desde todos los estamentos, públicos y privados, la banca está reclamando una mayor flexibilidad para no estrangular más las cuentas de resultados.
El tema viene de lejos. De cuando estaban vigentes las normas de Basilea II. Cees Maas, vicepresidente del Instituto de Finanzas Internacionales y presidente del Grupo ING, aseguraba ya en 2005, tres años antes de la crisis financiera internacional, que la acumulación de regulación y la complejidad normativa causaba costes adicionales a la banca.
Luis de Guindos, ya en calidad de vicepresidente del BCE, recomendaba a los bancos conceder más créditos para ampliar el negocio, en lugar de incrementar los dividendos. Hace un año se preguntaba, incluso, si el colchón de capital de las entidades era suficiente para cubrir contingencias no deseadas y se mostraba defensor de la acumulación de capital durante los ciclos económicos buenos para utilizarlos, llegado el caso, en las fases de corrección económica. Mario Draghi, presidente del BCE hasta el pasado 1 de noviembre desvinculaba la política monetaria de la institución europea de la mala salud del negocio bancario.
Los casos del Banco Santander y el BBVA
No parece que los datos les den la razón. El pasado año, Banco Santander, obtuvo un beneficio neto de 6.515 millones de euros, un 17% inferior a los del ejercicio precedente. Cerró el año con un capital de máxima calidad (CET 1) del 11,65% y una rentabilidad en términos de ROE del 9,10%. En 2008, cuando los efectos de la quiebra de Lehman Brothers no se habían trasladado a España, la entidad, que entonces presidía Emilio Botín, ganó 8.876 millones de euros, convirtiéndose en el cuarto banco del mundo por ganancias.
Su “core capital” —término que recogía el capital de máxima calidad— llegó al 7,23% y la rentabilidad (ROE) se situó en el 17,07%, y eso, a pesar de bajar desde el 19,61% de 2007. Es cierto que los tipos de interés no estaban en negativo y que España vivía en una fiesta inmobiliaria y ciudadana permanentes que los bancos han pagado con creces. Pero Santander nunca entró en crisis y ahora gana menos y es mucho menos rentable.
El caso de BBVA, el segundo banco español por volumen de activos y con un negocio tan diversificado como el de Santander, es muy similar. El pasado año ganó 3.512 millones de euros (-35%), con una rentabilidad del 9,9% y un nivel de solvencia del 11,65%. Echemos la vista atrás. En 2008, el banco que presidía Francisco González, tuvo un beneficio atribuido de 5.020 millones de euros (-18,1%), con una rentabilidad del 21,5% y apenas un “core capital” del 6,2%.
Una caída de beneficios dentro el marco regulatorio
Hoy, alrededor del 40% de los beneficios son “devorados” por el marco regulatorio de los supervisores. María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, la entidad con mayor rentabilidad sobre recursos propios en 2019, dice que la normativa “es un impuesto más” que soportan las entidades. Ana Botín cree que es una enorme restricción para la marcha del negocio. Es de los que piensa que el BCE va a ser más flexible, entre otras razones porque, en su opinión, “las razones regulatorias están penalizando las fusiones”.
Bankia, el banco con mas capital de los seis que cotizan en el Ibex (13,02%), lleva un año esperando qué hacer con el exceso que tiene, después de haberse comprometido con el mercado a devolver a los accionistas, vía dividendos, 2.500 millones de euros en su plan estratégico que acaba el 31 de diciembre próximo.
Todos los bancos esperan que se cierren pronto los flecos que restan de Basilea III para acabar con tantas exigencias
A Unicaja y Liberbank, que llegaron a anunciar el inicio de un proceso de fusión que luego no llegó a buen puerto en 2019, el BCE les presionó para que reforzaran su capital si querían su bendición a la operación. Han cerrado 2019 con el 15,6% y el 13,02%, respectivamente, y ahora, cada uno por su lado, no saben qué hacer con lo que les sobra sobre el nivel fijado por el BCE.
Todos esperan que se cierren pronto los flecos que restan de Basilea III para acabar con tantas exigencias y, sobre todo, con tanta incertidumbre. No es mucho lo que falta, pero son detalles que pesan sobre el sector. El presidente de la AEB, José María Roldán, sabe bien de lo que habla. Antes de llegar a la AEB fue director general de Regulación y Estabilidad Financiera del Banco de España. Por eso se atrevió a decir en público que seguir elevando los requerimientos de capital puede acabar restringiendo el crédito a empresas y familias. “Se tiende a prestar menos” para incurrir en menos riesgos, porque sobre el volumen de éstos se calcula el nivel de capital.
Estas incertidumbres se trasladan a la Bolsa. Los inversores interpretan las subidas de los requerimientos de capital como un signo de que el supervisor ve riesgos a futuro que escapan del control de los mercados. Y claro, el precio de las acciones cae. Con la Bolsa otra vez por debajo de los 10.000 puntos, cuatro de los seis bancos que cotizan en el Ibex han perdido valor en lo que va de año (Sabadell, Bankia, Bankinter y Caixabank). Y ya llueve sobre mojado. Los otros dos, los que en España tienen menos del 20% de su negocio, se mantienen, de momento, con ligeras ganancias.
El problema es que el mercado difícilmente va a entender, por la fuerza de la costumbre, que los bancos disminuyan capital CET 1 por debajo el 11-12%, al que los han acostumbrado, aunque las exigencias legales estén entre el 8,78% de Caixabank y el 9,7% de Santander.