España gana competitividad a costa de salarios y empleos
Una de las consecuencias del camino elegido para que las empresas mejoren sus posibilidades en el exterior es la aparición de nuevos partidos
España mejora. La situación ha cambiado en el último año. Un conjunto de circunstancias ha posibilitado el crecimiento y la creación de nuevos puestos de trabajo, aunque la precariedad es enorme, y los nuevos contratos, la mayoría temporales, llevan asociados salarios más bajos.
Pero la coyuntura es mejor. Tanto, que Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la UAB, asegura que «hay quien nace con suerte», en un tono jocoso sobre la actuación del Gobierno de Mariano Rajoy, porque se ha visto favorecido –en gran medida por elementos externos ajenos a su gestión– por reducidos tipos de interés, devaluación del euro, bajada del precio del petróleo, reducción de precios y el impulso fiscal. «Una combinación ganadora que sólo en poca medida puede atribuirse a Rajoy».
Ello ha llevado al Banco de España a mejorar la previsión de crecimiento del PIB, que ha elevado al 2,8% para 2015. Pero las recetas deben continuar. Así lo considera el director de la Oficina Económica de la Moncloa, Álvaro Nadal, que ha insistido esta semana en asegurar la vía de la devaluación interna, al entender que la alternativa, la apuesta por aumentar la productividad a través del I D, exige más tiempo del que España se puede permitir en estos momentos.
Devaluar la moneda es más justo
Pero ese es el debate. La devaluación interna implica salarios más bajos, y una posible depresión de la demanda interna, que puede incidir en la recuperación de la tasa de paro.
Esa es la idea de economistas como Juan Torres, que ha colaborado en un inicial programa económico de Podemos. Torres sostiene que la variación en los tipos de cambio de las monedas es siempre más justa que una devaluación interna.
Eso es cierto. Y lo basa Torres en un estudio del investigador francés Patrick Artur. El análisis se basa en las experiencias en distintos países que devaluaron su moneda, como España e Italia en 1992-1993, México en 1994, Corea y Tailandia en 1997, Brasil en 1998 y Argentina en 2001. Y las compara con lo sucedido en países que buscaron el ajuste con devaluaciones internas, como en los últimos años en España, Italia, Portugal, Grecia, Irlanda, o la propia Alemania hace una década.
Ganar competitividad, e importar más caro
En los dos casos se produce dos efectos: un aumento de la competitividad por la vía de los costes, lo que implica una mejora del comercio exterior, que se puede entender como positivo, y la disminución de la renta real, porque aumentan las importaciones y bajan las rentas salariales, lo que se entiende como un efecto negativo.
Pero en el primer caso, la devaluación de la moneda, aunque el paro sube en un primer momento, se reduce en uno o dos años.
El primer efecto positivo compensa el negativo de forma clara, según la experiencia analizada. En el segundo caso, el que experimenta ahora España, «el alza del paro es mucho más elevada y se mantiene al menos durante cinco o seis años», con lo que, según Juan Torres, el segundo efecto predomina sobre el primero.
Las asimetrías de la zona euro
El problema es que España está en el euro. Y, al margen de algunos comentarios, de la propia formación a la que asesora Torres, Podemos, nadie en España se propone sacar al país de la moneda única europea.
Torres sostiene que, entonces, lo que debería ocurrir es que la zona euro resuelva sus asimetrías, que marcan una situación muy desigual: Alemania presenta superávits en su comercio exterior, sin que la Comisión Europea sea capaz ni de inquietar, ni menos sancionar, a su Gobierno, mientras que los países del sur se ven forzados a aumentar, de nuevo, sus déficits exteriores.
Esa es una lectura, que, con matices, comparten buena parte de los expertos económicos en España. Pero hay datos que muestran que España no ha hecho los deberes desde su entrada en el euro, y que, ahora, debe corregir los errores a toda velocidad, y eso no es siempre posible.
Los costes laborales por unidad producida
El director de coyuntura de Funcas, Ángel Laborda, lleva semanas ofreciendo la letra pequeña de esos datos. El hecho es que entre 1998 y 2008 los costes laborales aumentaron un 10% más en España que en la zona euro.
Y eso, de entrada, no sería negativo. Es decir, el aumento no habría significado una pérdida de competitividad si la productividad hubiera aumentado de forma similar. En ese caso, los economistas recurren a los llamados costes laborales por unidad producida (CLU). Y si la productividad hubiera aumentado también un 10%, esos CLU se hubieran mantenido estables.
Pero no ocurrió exactamente eso. La productividad relativa disminuyó un 8%, y esos costes laborales por unidad aumentaron un 18,5%, un 40% respecto a Alemania. Esos son los datos de Funcas.
Bajos salarios y aumento de productividad
Ante eso se pueden hacer algunas cosas. Una, salirse del euro, como sugiere Torres, como le puede ocurrir ahora a Grecia, con un problema a la española, pero multiplicado por varios dígitos.
La otra, —España lo puede seguir haciendo, en el caso de Grecia es lo que discute su Gobierno con las instituciones europeas– es incidir en la devaluación interna.
El objetivo es corregir ese problema sobre los costes laborales por unidad. Pero se puede hacer a través de dos vías, o bajando los salarios, o aumentado la productividad, o una combinación de las dos cosas. Laborda afirma que España está aplicando esa combinación de factores.
La solución es ganar productividad, pero…
El director de Fedea, Ángel de la Fuente, lo explica de forma clara. «Durante años tuvimos una pérdida importante de competitividad que de alguna forma hay que recuperar. Y puesto que no podemos devaluar, hay que conseguir que nuestros costes salariales bajen en relación a la productividad».
La disyuntiva, sin embargo, tiene relación con el tiempo. «A largo plazo, por supuesto, lo mejor es que crezca mucho la productividad. Esto se consigue con mejoras en la formación, inversión en I D, reformas que aumenten la eficiencia… lo que inevitablemente lleva su tiempo. Pero a corto plazo es muy difícil aumentarla mucho, así de repente, por lo que la única vía factible es la otra», asegura De la Fuente.
España, y la condena del paro
Otra cosa es la asimetría de la zona euro. De la Fuente admite que puede presentar rigideces, y que los distintos países pueden tardar tiempo en ajustarse, presentando altas tasas de paro. Pero rechaza lo que Torres apunta, de que la zona euro condena a España a un paro tan elevado, sobre el 25%.
«No hay ninguna razón de que España vaya a salir siempre perjudicada y a tener en promedio una tasa más alta de desempleo que los demás», arguye.
Un ajuste duro, con consecuencias políticas
El ciclo electoral en España es intenso. Y los nuevos partidos, como Podemos o Ciudadanos, buscarán los matices, con programas económicos que combatan la resignación. También el PSOE trata de reorientar las políticas del PP, y las afirmaciones de Álvaro Nadal.
Por ahora España sigue en esa devaluación interna. Desde 2010 los salarios relativos respecto a la zona euro han disminuido casi un 7%, y la productividad relativa ha aumentado ligeramente por encima del 7%. Esos dos datos han logrado que la desviación de los costes laborales por unidad, los CLU, se haya reducido de un 18,5% en 2008 a un 3% en 2014.
Es decir, España está recuperando competitividad dentro del euro. El coste social, sin embargo, ha sido y es enorme, lo que explica el auge de los nuevos partidos, como Podemos y Ciudadanos.