El plan de la Sareb hace aguas por todas partes
El 'banco malo' prevé ingresar lo mismo que se va a gastar en los próximos 15 años
Es lo que pasa. Se encarga un plan de negocio a una de esas afamadas y prestigiosas compañías auditoras, en este caso KPMG, y te lo ponen todo niquelado, que para eso cobran lo que cobran. Perfectamente cuadrado, hasta el último detalle, ya que el papel lo aguanta todo. Aunque sea a quince años vista y con unos activos, como los inmobiliarios, que nadie sabe qué va a ser de ellos mañana, como para dar por sentado lo que ocurrirá de aquí a tres lustros vista.
Pero da lo mismo. Los responsables de la Sareb, con la economista del Estado Belén Romana al frente –cuya relación con el sector inmobiliario había sido nula hasta ahora– presentaron hace casi tres meses el plan de negocio a bombo y platillo, con todo lujo de detalles, haciendo previsión de las pérdidas y ganancias anuales hasta 2027.
Nadie les pedirá responsabilidades entonces porque, a buen seguro, ni Romana ni el resto de gestores contratados, ni muchos de los consejeros de los bancos accionistas –en muchos casos por su edad avanzada– estarán para entonces.
En ese plan todo estaba perfectamente cuadrado.
Un periodo de 15 años
Pero, claro, bajo unas premisas en las que no se tienen en cuenta algunos factores que, a la vista de los últimos acontecimientos, van a afectar, y de qué manera, a esta Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), cuya constitución fue impuesta por la troika como una de las ‘recomendaciones’ para recibir el rescate destinado al saneamiento financiero español.
Según el plan de negocio todo es perfecto y no ha lugar a resquicio para albergar duda alguna de su cumplimiento. En esos quince años se va a ingresar lo mismo que se va a gastar. Un total de 75.810 millones de euros. Ni un céntimo de desfase cuando ya se sabe que los ingresos llegarán o no, mientras que sí son fijos, y de obligada devolución, los 70.200 millones de gastos financieros contabilizados.
Casi 76.000 millones de ingresos que supuestamente procederán de la venta de activos y del cobro de los préstamos. Y van más allá, pecando de presuntuosos al hacer un desglose exacto de cada una de las partidas. Tanto por promoción y desarrollo, tanto por producto terminado, por rentas, por inversiones y mantenimiento, y por intereses y dividendo.
No salen las cuentas
Cuentas y más cuentas sin un criterio sólido al que agarrarse para sustentar su solvencia, porque ya me dirán en base a qué evolución del mercado inmobiliario se puede aventurar las pérdidas y beneficios que se van a producir año a año, o por qué, rizando el rizo, en 2018 el resultado de Sareb se verá perjudicado por la caída en el ritmo de las ventas de activos, de algo menos de 3.000 millones frente a los más de 3.400 de un año. A ninguno. Hablar por hablar. Un simple ejercicio de presunción sin pies ni cabeza.
Pues bien, no hará falta esperar tanto para comprobar que las cuentas no salen por ningún lado. En los casi meses transcurridos desde su aprobación se han producido novedades suficientes como para pensar que el plan de negocio de Sareb hace agua por todas partes.
Más de 40.000 viviendas
¿Cómo pueden decir, por ejemplo, que van a ingresar los casi 22.600 millones de euros que deben los promotores? Un auténtico ‘brindis al sol’, como quedó demostrado a los pocos días de presentarse el plan. Son créditos que van a resultar muy difíciles de cobrar en su totalidad por la entrada en concurso de acreedores de empresas como Renta Corporación y Reyal Urbis –y otras más pequeñas de las que no se ha dado información alguna– y los que llegarán en los próximos meses de manera inevitable.
O cómo pueden prever el hecho de que entre 2013 y 2108 no solo vayan a vender 42.500 viviendas –en plena recesión, con las familias sin un euro ahorrado y con el crédito limitado y carísimo–, sino que lo harán, además, con una rentabilidad del 14%. A todas luces, una locura. Pero una locura sustentada al 45% por el Estado, que ya ha aportado, a través del FROB, casi 2.200 millones (510 en capital y 1.662 en deuda subordinada).
Litigios
Y esto, de momento. Cada vez que se habla de alguna novedad relativa a nuevas provisiones por créditos mal calificados, de decretos autonómicos que buscan la expropiación de viviendas vacías, o de operaciones como la que se pretende llevar a cabo para salvar el cuello de la inmobiliaria Realia, ahí está la Sareb para lo que sea. Entre otras cuestiones la de abordar previsibles recapitalizaciones. O sea, más dinero público. Mil y un asuntos, todos negativos para el futuro de esta sociedad semipública, que apuntalan todavía más la tesis de que su plan de negocio nace muerto.
Tampoco cabe olvidar la brecha judicial que se atisba con los litigios puntuales que puedan darse en cada una de sus 76.000 casas vacías. Una jueza de Sabadell acaba de echar por tierra la solicitud de Sareb de desalojar a los ocupantes de unas viviendas de su propiedad en esta localidad barcelonesa, al considerar que las familias que han ocupado los pisos lo han hecho por necesidad.