El enemigo de España: la desestabilización política amenaza el crecimiento
Los expertos aseguran que el problema es que no haya un gobierno fuerte tras las elecciones generales que mantenga el proceso de reducción de la deuda
Existe un malentendido desde que Bill Clinton acuñara aquella frase de «Es la economía, estúpido». Porque, a pesar de los economistas, siempre ha sido la Política la que ha mandado. ¿O no fue una decisión política, basada en fundamentos teóricos, y gracias a la presión de grandes think tanks anglosajones lo que impulsó la economía de la oferta a finales de los años setenta, que tenía como bandera el combate contra la inflación? Fue una elección ideológica, se esté o no a favor.
La Política, desde aquel momento, siguiendo a Galbraith, apostó por una determinada visión de la economía. Y aquí estamos, con una crisis económica de primer orden desde 2007.
El caso es que España está creciendo, pese a todas las dudas que genera un cambio de modelo, con contratos temporales. Tras algunas reformas, como la laboral, y después de reflotar el sistema financiero, España crecerá este 2015 por encima del 3%, según apuntan diferentes expertos y organismos internacionales.
Canalizar el malestar social
Sin embargo, durante la crisis económica estalló un gran malestar social, que se ha canalizado en las instituciones con nuevos partidos políticos, como Podemos o Ciudadanos. Y esa fragmentación política, ahora sí, podría ser un grave impedimento para la buena marcha de la economía.
El Gobierno de Mariano Rajoy lo ha querido constatar y acusa al PSOE de buscar acuerdos con la «izquierda radical». El PP, que sigue en caída libre, y que la próxima semana experimentará, tras los distintos pactos que han surgido del 24M una enorme pérdida de poder territorial, ya no sabe qué hacer. Apela al miedo a esa izquierda que sube. ¿Tiene razón en que supone un peligro, o es la falta de reacción ante los casos de corrupción lo que desestabiliza a la sociedad española?
Los expertos, con matices, y con la valoración de distintos factores, consideran que España, realmente, se la juega en los próximos meses.
La posible subida de los tipos de interés
El catedrático de Economía Aplicada de la UAB, Josep Oliver, lo tiene claro. Oliver es un economista muy criticado desde hace un par de años por el consenso económico que se ha creado en España. Se ha alineado con las tesis de Angela Merkel, al entender que España no puede echar la culpa a sus socios europeos, y debe estabilizar sus cuentas públicas y privadas de una forma constante.
Sin ello, la economía española no tendrá futuro, a su juicio. Por ello, Oliver reclama «estabilidad política». Afirma que «la política, en estos momentos, añade incertidumbre a una situación que se aguanta por medidas excepcionales». Se refiere a la actividad frenética del Banco Central Europeo (BCE), algo nunca visto, y que permite a España una financiación barata.
Porque, ¿cuál es el problema real? «La deuda, la deuda pública y privada, porque cualquier gobierno español debe ser consciente de que se debe pagar, es crucial, lo condiciona todo», señala. Es decir, «lo que puede ser una bomba de relojería es que los tipos de interés suban, entonces, tendremos un grave problema», añade Oliver.
Rechazo a los experimentos
Los economistas consultados, el propio Oliver, Bernaldo de Quirós, Juan Ignacio Crespo y Niño Becerra, entienden que la incertidumbre no se ha generado tanto por las elecciones autonómicas y locales como por las expectativas sobre las elecciones generales, que pueden repetir el mismo patrón.
«Cuidado con los experimentos», clama Oliver. «Los partidos, los nuevos, se refieren al flujo de los ingresos y gastos, pero no hablan del stock de la deuda, que es lo realmente preocupante». Oliver incide en que cualquier gobierno que surja de las elecciones tiene que mantener esa senda de desendeudamiento, y señala, a modo de ejemplo, lo que queda por hacer: «la inversión productiva es ahora un 25% menor que antes de la crisis, en 2007″, y con eso creo que está todo dicho».
Los factores externos, más determinantes
En analista financiero, Juan Ignacio Crespo, autor del libro Cómo acabar de una vez por todas con los mercados (Deusto), relativiza más las cosas. Crespo considera que los «factores exteriores» serán más determinantes, y que «se están produciendo aspavientos exagerados» ante la posibilidad de que los partidos de izquierda puedan gobernar tras las generales.
Incluso, ironiza con la posibilidad de que haya gobiernos poco estables. «Si hay gobiernos en minoría, casi mejor, porque no querrán hacer gran cosa, no legislarán con nuevas leyes de educación, o no reformarán el código penal, por ejemplo, y se limitarán a gestionar, a ejercer de guardia de circulación», afirma.
Pero con la seriedad en el rostro, Crespo sí deja claro el peligro. «Lo preocupante puede ser el aumento de los costes financieros, y eso ya está pasando: los plazos largos, a diez años, han pasado del 1,10% al 2,2% en España, y en Alemania del 0% al 1%, parece poco, pero es claramente un aumento, y si eso va a más, es un problema».
La importancia de los ciclos económicos
Crespo señala que el peligro está principalmente fuera, es decir, la posible recesión de Estados Unidos, que encadena seis años de crecimiento, y se acerca, cada vez más, a un ciclo de caída –esa es la ley de la economía capitalista–; y al crecimiento menor de los países emergentes, por debajo ya del 4%. «Todo eso se complica más si hay un gobierno en minoría, si hay que tomar medidas y no se puede. Entonces se rompe el círculo virtuoso», añade.
Crespo, sin embargo, no ve un peligro en la propia esencia de los partidos emergentes en España. «Siempre he dicho que Podemos es una socialdemocracia, y a los medios franceses les digo que son como Mitterrand en 1981, porque dos años después cambió todo su programa económico al ver que fracasaba su plan inicial». El problema «es que no haya gobernabilidad».
«Los mercados votan cada día»
El catedrático de Estructura Económica de la URLL, Santiago Niño Becerra, introduce matices importantes a la cuestión. Se refiere a la frase de George Soros: «los mercados votan cada día». Y señala que esos mercados no son demasiado partidarios de la inestabilidad.
«Un acuerdo a tres o a cuatro bandas de entrada –posible acuerdo de PSOE con Podemos, IU, u otros grupos de la izquierda– no gusta porque no da idea de estabilidad. Pero por otro lado la atomización del voto, la fragmentación de partidos, es consecuencia de una realidad social que no se debe ignorar», asegura.
Los problemas, como apuntaba Oliver y Crespo, se centran en la deuda. Para Niño Becerra, «las dos auténticas bombas de relojería son la deuda total y la tendencia hacia el empobrecimiento que se está produciendo en las capas más bajas de la población, un fenómeno muy vinculado al desempleo y al subempleo, una situación que, en mayor o menor medida afecta a todos los países».
Este economista retoma su idea de que la «deuda, toda la deuda, no se puede pagar». Y remacha que la gran cuestión, que no se aborda, es el cambio en el modelo productivo: «Cada vez es necesario menos factor trabajo para generar PIB, lo que incide en su abaratamiento, y agrava la pobreza. Ahí pienso que está el problema y no en lo ricos que son los ricos».
La fragilidad del PSOE
Pero quien más señala el problema político es Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente de la firma de análisis Freemarket. «Si los mercados comienzan a dudar sobre la necesaria consolidación fiscal, mal asunto, y se podría poner en peligro todos los esfuerzos que se han realizado hasta hora», asegura.
«Existe una gran probabilidad de que haya un gobierno de izquierdas, porque el PSOE tiene mayor capacidad de interlocución con el resto de fuerzas, y ese no es el problema ni crea la incertidumbre, lo que la crea es la fragilidad de un posible gobierno, y la aparente incapacidad de Pedro Sánchez de atraer un voto más de centro, de centro-burgués, que dé estabilidad».
Es decir, para Bernaldo de Quirós, bien conectado con el Gobierno de Rajoy, pero muy crítico con el PP; el problema es que el PSOE «no parece ya el PSOE de Felipe González».
Paralización de inversiones
En ese nuevo arco parlamentario, Ciudadanos no parece ser capaz de actuar «como el partido liberal alemán», afirma De Quirós, que señala que Albert Rivera no le quita votos al PP, sino «a los abstencionistas del PP».
El PP, precisamente, tampoco ofrece garantías, porque sigue sin reaccionar. «El PP podría tomar un giro, pero no parece que tenga el valor de hacerlo, y con la apelación al miedo a la izquierda no resuelve nada: sus electores lo que quieren es que combata la corrupción con mayor valentía, porque no la toleran».
Y según este economista, las consecuencias ya se notan: «Los fondos de capital inmobiliario ya han parado sus inversiones en Barcelona y Madrid, con los nuevos equipos de gobierno municipales que se avecinan, porque es evidente que existe un riesgo: el político».