Costas: «La potencia de España se evidencia con Mercadona o Inditex»
El economista y expresidente del Círculo de Economía aplaude la subida del salario mínimo pactada por el PP y el PSOE y señala que "no habrá trabajadores productivos con salarios de miseria"
Antón Costas (Vigo, 1949) razona y razona. Admite que no son los mejores tiempos para reivindicar un mayor esfuerzo «por el bien común», pero no tiene complejos en hablar de «temas morales». De ello es indicativo el libro que acaba de publicar, junto al también economista Xosé Carlos Arias, La nueva piel del capitalismo (Galaxia Gutenberg), en la que aparece, como un gran guardián Adam Smith y su Teoría de los sentimientos morales. Smith, conocido por la «mano invisible del mercado», debe su maestría a ese libro, preocupado, precisamente, por los excesos del mercado, que ha provocado en los últimos años enormes desigualdades.
Costas reclama un cambio de los paradigmas económicos. Lo lleva haciendo en los últimos tres años, al frente del Círculo de Economía, y tras dar paso al nuevo presidente del lobby empresarial, Juan José Brugera, seguirá insistiendo, aunque lo combina con dos mensajes: «El salto de España en los últimos 20 años ha sido espectacular, y se debe poner en valor, porque la potencia de España se expresa y se evidencia ahora con Mercadona o Inditex».
Keynes, Keynes
Antón Costas y Arias, pertrechados de estudios de los organismos internacionales, y de economistas de referencia, apuestan por una lectura keynesiana para que el capitalismo no acabe siendo devorado por él mismo. Costas incide, en una entrevista con Economía Digital, en la sede del Círculo de Economía, que la división de Keynes entre riesgo e incertidumbre sigue siendo válida, y que ante el riesgo «se pueden comprar seguros, pero el problema es la incertidumbre, y eso es lo que atenaza a la economía mundial».
Sólo se podrá superar, a su juicio, con un mayor papel del poder público, no para gastar más o para intervenir sin medida, «sino para gastar mejor, para prevenir, para regular con criterio». La tesis central del libro, la que lleva explicando Costas desde el Círculo de Economía, es que «no se puede negar la necesidad de afrontar un proceso de endeudamiento tan grande, lo que se defiende es que ese proceso en la Unión Europea debió ser más lento, más acompasado».
Y se remite, en el libro, a estudios del FMI en el que el propio organismo ha admitido que sus cálculos sobre la «austeridad expansiva» que aplicó Bruselas desde el inicio de la crisis, fueron totalmente equivocados. Se afirmó que el multiplicador sería del 0,5% del PIB, bajo la autoridad del Nobel Eugene Fama –un retroceso mínimo de la economía– cuando fue tres veces mayor, del 1,5%. Es decir, las recetas de la Comisión Europa han sido contraproducentes y han castigado a países como España.
Exportaciones, sólo comparables a Alemania
Pero cuando se aborda la situación de España, Costas se anima, y asegura que «el pesimismo está sobrevalorado».
Considera que, pese a la crisis, pese a las dificultades que ha puesto la UE, dirigida por el «ortoliberalismo alemán», el salto en los últimos años ha sido espectacular.
«Estamos hablando de un país, como España, que lleva creciendo en los últimos años por encima del 3%, y no es el resultado de un misterio. La economía española ha experimentado un cambio estructural extraordinario en los últimos 20 años. Debemos tener en cuenta un dato: las exportaciones de bienes, no turísticos, han caído en todo el mundo un 6,7%. En el mismo periodo, en los últimos años, sólo dos países han aumentado en ese capítulo, Alemania con un 1,3%, y España, con el 2,3%.
Desde 2008, el saldo neto por exportaciones de bienes no turísticos, –ingenierías, finanzas o seguros– es del orden de 14.000 millones de euros».
Las nuevas industrias
¿Pero qué industria queda en España? Costas reclama que se ponga atención a lo que él entiende como «nuevas manufacturas». Según este economista, «ahora las nuevas empresas de servicios no turísticos son las grandes manufactureras del siglo XXI, con gran capacidad para generar empleo, como Mercadona, Inditex, o las grandes constructoras. Estamos hablando de un país que ha sabido generar esas grandes empresas, y eso hay que ponerlo en valor», sostiene.
Hay una cruz en todo ello, sin embargo: los bajos salarios. A la pregunta sobre qué le parece el acuerdo entre el PP y el PSOE para subir el salario mínimo, Costas aplaude sin dudarlo, a diferencia de otros economistas de las grandes escuelas de negocio. «Es una buena medida, y se trata de mantenerla en el tiempo, porque el aumento de los salarios es bueno desde distintas perspectivas».
A su juicio, los salarios suponen ingresos para el trabajador, «son la fuente más importante de la demanda agregada», y permiten, por tanto, «el aumento del consumo privado, el motor en una econonomía junto a la inversión». Y el tercer elemento es que «son esenciales para la productividad, porque no es posible pensar en trabajadores productivos con salarios de miseria, ni empresas dinámicas y crecientes con salarios bajos».
El corto plazo de los empresarios españoles
Todo ello le lleva a Costas a una apuesta clara: «el discurso debe cambiar, y los empresarios españoles han estado demasiado pendientes de esa parte de la ecuación, cargando el peso en los salarios, pensando a corto plazo, cuando la mejora de la competitividad debe llegar a través de la mejora de la productividad, con mejores salarios».
Pero, ¿por qué no sucede? «El problema es que en España el 98% del tejido empresarial es muy pequeño, y cuando esas empresas sufren una caía de demanda, recurren a la bajada de salarios». Costas señala otro factor que se presenta como irracional. «Hay una correlación directa entre empresas más grandes y mejoras de la productividad, con mayor investigación y más exportaciones. Pero las ayudas financieras y fiscales que se conceden a las empresas son para seguir siendo pequeñas, y si creces no tienes derecho a esas ayudas, y eso parece completamente fuera de lugar».
Votación en Cataluña
La pata política de Costas tampoco se esconde. «Cataluña acabará votando un acuerdo, debe votar un acuerdo», asegura, convencido de que la solución al problema catalán, que plantea el bloque soberanista, sólo puede pasar por una consulta.
Otra cosa es la naturaleza de esa consulta. «Lo hemos defendido desde el Círculo, y es que la Constitución se puede y se debe modificar, pero no se puede romper. Lo que ocurre también es que no se puede dejar de responder a un deseo de mejora política, que debe pasar por un acuerdo». ¿Cuándo? En eso Costas no se moja. Pide, como siempre, paciencia y «peticiones razonables».