Un franquiciado de DIA: «Trabajamos gratis, somos una ONG»
Nuevos audios aportados a la causa en la Audiencia Nacional ponen de manifiesto el polémico sistema de la cadena de supermercados
La mala vida de los franquiciados de Dia se puede resumir con muchas cifras, como la vida media de estas tiendas o la pérdida de peso dentro de la compañía, donde llegaron a ser casi la mitad del parque de establecimientos. También se explica, sin embargo, con narraciones como las que la asociación Asafras ha depositado en la Audiencia Nacional para que el juez que instruye la macrocausa, Alejandro Abascal, sepa que modus operandi tenía la anterior cúpula de la cadena de supermercados.
Durante esta semana, Economía Digital ha sacado a la luz algunas grabaciones que ponían negro sobre blanco en la relación entre la cadena de supermercados y los franquiciados. En una primera entrega, este medio público presiones a las trabajadoras de la compañía para que se convirtieran en franquiciadas y en una segunda cuáles fueron las voces que alertaron que estas prácticas eran peligrosas para la viabilidad de Dia.
Los nuevos testimonios retratan a la perfección algunas prácticas que se han denunciado a lo largo de los años. En una de estas conversaciones entre un franquiciado y J.L., jefe de franquicias de una gran ciudad de España, la discusión se calentó hasta el hartazgo del trabajador: «Estamos trabajando gratis, somos una ONG». El afectado se refería a cómo el modus operandi de la cadena de supermercados le asfixió económicamente. «Hoy lo que vendemos es a coste cero, mañana lo que vendo es a coste cero. No vendo más».
El testimonio del franquiciado relata que el margen de beneficios que ganaba comprando mercancía a la empresa, en contra de lo que siempre defendió DIA, era muy bajo. Un porcentaje que, al fin y al cabo, de poco servía al tener que afrontar el resto de gastos de explotación que corrían a su cargo.
«El lunes y el martes tengo que pagar sueldos y Seguridad Social. Y si esto es una ONG y tengo que poner dinero de mi bolsillo no es rentable. Si vosotros queréis regalar comida, que sea a vuestro coste», sentencia el franquiciado en una conversación en la que traslada su voluntad de no seguir con el proyecto.
«No quiero 8.000 euros en papel y aceite»
Sobre el resto de prácticas abusivas de Dia, en otras conversaciones aportadas a la causa se relata cómo los pedidos se realizan automáticamente desde la matriz de la cadena de supermercados sin que exista la posibilidad de que el franquiciado puede modificarlos.
«No quiero 8.000 euros en papel y aceite», espeta el franquiciado S.O. en conversación con una jefa de franquicias de Alicante, a quien afea no haber pedido ni necesitar ninguno de los productos que le ha llegado. La conversación pasa a mayores, hasta el punto de que el mismo franquiciado advierte que no cargará el próximo camión que lleve, pese a que sí necesite parte del pedido que llegará.
Lo narrado coincide con el escrito que la asociación de exfranquiciados Asafras ha presentado ante la justicia. «La única persona que tiene esa capacidad de modificación es la inspectora, dependiente en todo momento del Jefe de Zona o Franquicias», explican al respecto en el documento de 11 páginas que se apoya en más de 30 conversaciones telefónicas, vídeos y distintos documentos probatorios.
Siguiendo con el documento, la agrupación de exfranquiciados cuenta cuál es otro de los trucos de Dia para descapitalizarles. «Todos los días, desde la central de DIA%, se emite un pedido específico para cada tienda, basándose supuestamente en las ventas que ha realizado esta en el día anterior».
«La vida media de un franquiciado es de dos años», admitían en la propia compañía
Estos pedidos, añaden, se han enviado por la Caja Máster (central de compras) a las 12.00 pm y el pedido se anota «dando validez y constancia de que se ha transmitido y que será lo que llegue en las próximas horas a la tienda, siempre y cuando el franquiciado haya abonado el total de ese camión o pedido».
Pero los artículos que llegan a tienda (bultos, en el argot de la cadena de supermercados) coinciden en número pero no en tipo a los transmitidos por la Caja Máster. «Los artículos difieren en una amplia mayoría de ocasiones, sobre todo en lo relativo a artículos de mucho valor, como por ejemplo bebidas alcohólicas. En el albarán vendría tipificado como botella de Whyskie, pero lo que llega realmente es un bizcocho de chocolate, por ejemplo».
“Del margen prometido te quedas en un 6% y tenemos que asumir todos los gastos operativos”, lamenta un tercer franquiciado en otra de las pruebas facilitadas a la Audiencia Nacional.
El agravio era continuo. De ahí que en otra de las conversaciones a las que ha tenido acceso este medio, el supervisor de franquicias F.O.G. admite ante uno de los franquiciados que la vida media de estos asociados “es de dos años”. Y añade: “La cúpula sabía que buena parte de estos franquiciados iba a cerrar; nos lo decía, pero le daba igual, eran números”.
JP Morgan escuchó a los franquiciados (y advirtió)
La denuncia sobre las prácticas abusivas señalaban que los márgenes que la empresa prometía eran falsos. Fue una advertencia que los propios franquiciados trasladaron a varios inversores que se interesaron por el modelo de la cadena de supermercados, que en ese momento cotizaba en selecto club del Ibex 35.
Fuentes del proceso cuentan que fueron distintos inversores internacionales los que se interesaron por el modelo de franquicias, entre ellos Two Creeks Capital o el banco de inversión australiano McQuire.
Otro de ellos fue el banco de inversión JP Morgan, que tras entrevistarse con varios franquiciados en 2015 avisó de lo que se avecinaba. “Tiene unos márgenes anormalmente altos con una gran dependencia de las franquicias y una superficie que disminuye año a año”, aseguraba el informe firmado por consultores españoles.
Sus advertencias no quedaron ahí y señalaron que la compañía corría «el riesgo de sufrir una deserción de sus franquiciados» porque «la mayoría ganan muy poco dinero o directamente ni ganan dinero». En opinión del gigante estadounidense, «un modelo de franquicias sostenible es uno en el que los franquiciados obtienen buenos beneficios”.
Premonitorio o no, la pérdida de confianza de JP Morgan se unió a la de muchos otros inversores (Blackrock, Marshall Wace, AKO Capital…) que intuyeron que algo no iba bien y empezaron a apostar dinero en bolsa en contra de la compañía, con compra de acciones en corto (ganan dinero si la acción de la empresa cae; pierden si la empresa sube en bolsa).
Un ataque que tuvo su punto álgido el octubre de 2018, cuando la compañía de alimentación anunciaba que sus resultados a cierre de ejercicio iban a estar por debajo de las previsiones. Ese día la compañía cayó un 40% de su valor y se dejó en una sola jornada 500 millones de capitalización bursátil.