Svenson diagnostica la calvicie masiva para salvar sus cuentas
Los comerciales de Svenson suplantan las funciones de médicos y se apresuran a diagnosticar "alopecia androgénica". Ofrecen tratamientos con rebajas inmediatas del 60%
Un ejército de comerciales, que simulan ser médicos, acuden puntualmente cada mañana a las casi 40 clínicas Svenson de España, especializadas en soluciones contra la calvicie. A pesar de que la mayoría no es médico ni dermatólogo, usan las batas blancas para atender a todos los potenciales clientes.
El personal ha cerrado un enero con más trabajo del habitual. La empresa acumula oferta sobre oferta para intentar remontar los últimos ejercicios fiscales con pérdidas millonarias. El negocio de la caída de pelo también vive su momento de crisis y, tal vez por esa razón, en las clínicas se apresuran a diagnosticar, de forma masiva, calvicie.
Nacida en Londres, Svenson registró pérdidas de más de dos millones de euros (antes de impuestos) en su último ejercicio fiscal, cuyas cuentas han sido publicadas. Dejó por el camino a los accionistas de BBVA, que antes de la crisis hicieron recursos millonarios a una empresa que fue valorada por más de 220 millones de euros. Ha llegado a acumular hasta 60 millones de euros en deudas.
Pero las dificultades económicas no son visibles en las clínicas donde cada día acuden cientos de españoles a buscar tratamientos capilares. Las quejas por diagnósticos dudosos y servicios atendidos por personal que no es médico aumentan en los foros y las redes sociales. La propia empresa ha tenido que responder a las críticas y atribuye estos comentarios negativos al «anonimato de Internet».
Todos calvos
Casi cualquiera que acuda a las clínicas puede ser diagnosticado con «alopecia androgénica». Incluso los visitantes con abundante cabellera se pueden topar con ese diagnóstico. Para comprobarlo, acudo a una clínica de la empresa en Madrid. A pesar de la abultada cabellera que levanta quejas entre todos mis peluqueros, en Svenson también recibo el diagnóstico más común: «alopecia androgénica», es decir, calvicie común.
«La calvicie avanzará en función de muchos factores», agrega. Aunque solicito el diagnóstico alternativo de un dermatólogo o un médico, la comercial asegura que el equipo que diagnostica está integrado mayoritariamente por «bioquímicos, tricólogos y especialistas capilares».
«Los dermatólogos estudian la piel. Quienes estudian realmente el pelo somos los bioquímicos y los tricólogos, que conocemos mucho mejor estos procesos», explica la comercial quien en pocos minutos se dispone a recomendar dos tratamientos y un proceso de microinjerto, como hicieron «Iker Casillas y Rafa Nadal«.
Conceptos confusos
La comercial recomienda un tratamiento de bioestimulación capilar, terapia laser y la cirugía del microinjerto. El precio total es de 6.915 euros, pero ofrece la contratación el mismo día, con lo cual la factura se reduce dramáticamente hasta los 2.879 euros. Un ofertón solo válido si se firma el mismo día, asegura.
La representante de ventas asegura que el láser reconstruye «los capilares sanguíneos» pero el propio folleto de la empresa ofrece una explicación diferente. Según el impreso, son los «nanosomas» los que liberan principios activos que terminan beneficiando al folículo.
La clínica también usa medias verdades para intentar infundir prestigio a su marca. Asegura que acaba de ganar un premio de la Sociedad de Dermatología «que salió en el Telediario» y también se atribuye el estudio de un científico estadounidense, Andy Goren, como propio.
Svenson, con operaciones en España, Alemania, Portugal y Suiza, asegura que lleva 50 años investigando las causas de la caída del cabello. Su principal ingreso actualmente procede de los tratamientos como el láser, ya que la solicitud de microinjertos ha caído por la fuerte competencia, según fuentes cercanas a la empresa.
La compañía prevé duplicar su resultado en 2018, según los planes que ha presentado frente a sus bancos acreedores. Para ello, debe seguir diseñando ofertas agresivas y alarmando a quienes acuden a sus clínicas. Corren el peligro de quedarse calvos, si no aceptan sus ofertones de último minuto.