Sousa asume su culpa en la quiebra de Pescanova (pero señala a BDO)
El expresidente de Pescanova asegura ser "el único responsable de todo lo que se hiciera" mientras arremete contra los "errores" de la auditora
“Yo era el presidente ejecutivo. Yo era, hasta el último día, el único responsable de todo lo que se hiciera, mal o bien, en Pescanova». Con estas palabras se ha expresado el expresidente de la pesquera gallega, Manuel Fernández de Sousa, en la segunda sesión de la vista oral en la Audiencia Nacional en el marco del Caso Pescanova.
El antiguo máximo responsable de Pescanova ha asumido su responsabilidad por la quiebra de la compañía, pero ha esparcido las culpas con la antigua auditora de la compañía, BDO. «Hubo errores en la auditoría de BDO y no los puedo calificar de otra manera», ha asegurado antes de recalcar que «la que revisa el trabajo de BDO» es la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), no la dirección de la empresa, y que «nunca» recibieron ninguna observación de este organismo público que les advirtiese de su situación financiera.
“El mayor perjudicado”
Durante su comparecencia, Fernández de Sousa también ha asegurado ser “el mayor perjudicado” por la quiebra de la compañía porque, consecuencia de ello, lo ha “perdido todo”.
Además, el expresidente de Pescanova también se ha atribuido parte del éxito por el mantenimiento de los “puestos de trabajo y los negocios», algo que, según ha remarcado, consiguieron a la vista de la creación posterior de Nueva Pescanova. «Algo habremos hecho bien para que eso sea así», ha reivindicado.
La cronología de la quiebra
La Fiscalía pide para Fernández de Sousa 28 años de cárcel y una multa superior a los 22 millones euros por presuntamente maquillar las cuentas de la compañía para ocultar la millonaria deuda que había adquirido y así seguir consiguiendo financiación, ocultando los datos a inversores y organismos reguladores.
En los años 2010 y 2011, el volumen de la deuda de la empresa era entre tres y cuatro veces superior a lo que sedeclaraba en sus cuentas, según el escrito de acusación de Anticorrupción, una situación que Pescanova decidió combatir recurriendo a la financiación bancaria, principalmente.
Fue en 2013 cuando la verdadera situación de la empresa salió a la luz. Dos días antes de la reunión del consejo de administración del 27 de febrero, Fernández de Sousa convocó a cuatro consejeros y les instó a aportar 50 millones de euros para salvar la empresa, pues ésta se encontraba en una situación «delicada«. Según Sousa, estos consejeros sabían que Pescanova tenía «problemas de tesorería» y que una empresa «se salva por la tesorería», pero que ninguno de ellos aportó financiación. Según su relato, era una manera de poder pagar una letra correspondiente a un préstamo sindicado de 150 millones hasta que consiguieran vender el negocio salmonero, una operación que, ha dicho, ya daba por hecha.