Sareb se queja del desprecio de las CCAA a sus pisos sociales

El banco malo confía en cubrir la oferta de 2.000 viviendas con los nuevos Ejecutivos y no descarta ampliar el umbral y negociar directamente con grandes ayuntamientos

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Cuando hace año y medio las entidades financieras accionistas de la Sareb accedieron a ceder 2.000 pisos a las comunidades autónomas para que las gestionaran entre familias sin alojamiento a cambio del pago de un reducido alquiler social, dio la sensación de que se trataba de una cantidad muy reducida para cubrir las necesidades generadas por incremento incesante de desahucios. Pero, a la vista de los números, no ha sido así. Solo la mitad, y casi todas en Cataluña, se han cedido.

«La mayoría de las comunidades autónomas nos han ignorado, aunque esperamos que, ahora, con los nuevos gobiernos autonómicos, esta situación cambie», señala un portavoz del banco malo, algo sorprendido por este rechazo sobre todo en regiones como Madrid, Valencia o Andalucía, donde las ejecuciones hipotecarias siguen siendo muy elevadas.

En principio, el banco malo canalizó la cesión de estas viviendas a través de las respectivas consejerías autonómicas con responsabilidad en esta materia, y lo va a seguir haciendo en la nueva ronda de negociaciones iniciada.

Abrirse a los ayuntamientos

Pero los responsables de Sareb no descartan, de no apreciarse un renovado interés, llegar a acuerdos con los grandes ayuntamientos como Madrid o Barcelona, cuyas necesidades sociales de vivienda resultan mayores y han percibido que no disponen de suficientes inmuebles para cubrir la demanda.

En el XIV Encuentro Santander América Latina, celebrado en el marco de los cursos de verano 2015 organizados por el Banco Santander y la Universidad Complutense de Madrid, en San Lorenzo de El Escorial, el presidente de Sareb, Jaime Echegoyen, reconocía que esta necesidad de viviendas sociales la perciben de manera directa.

Ocupaciones

«La gente ocupa nuestras casas», reconocía Echegoyen. Una evidencia que está ahí y que responde a una necesidad de «familias con una enorme debilidad» a la que Sareb trata de ayudar en la medida de sus posibilidades.

«Podemos aportar las casas para intentar resolver una parte del problema social que existe en España, pero tampoco las podemos regalar y, además, no tenemos en todos los sitios y muchas podrían no ser coincidentes con las necesidades», explicaba el presidente de Sareb.

País Vasco y Murcia, en cartera

A las 900 cedidas a la Generalitat de Cataluña, 80 a Aragón y 50 a la Xunta de Galicia, se unirá en breve las 50 que Sareb aportará a Canarias. Quedaría, por tanto, un fondo de 920 viviendas.

El País Vasco, con un número de viviendas que será muy reducido, y Murcia, con algunas más, son las comunidades con las que las negociaciones están más avanzadas. «Curiosamente el País Vasco ha sido uno de los más interesados, pero allí Sareb cuenta con muy pocas viviendas», apuntan desde el banco malo.

Locales para emprendedores

«Nunca vamos a resolver el problema, pero ponemos un granito de arena», decía Echegoyen, quien, durante su intervención en San Lorenzo de El Escorial, ponía sobre la mesa otra idea que están barajando en esa línea de actuación social. En este caso, con la vista puesta en dar salida a los también numerosos locales comerciales con los que cuentan.

«Estamos empezando a trabajar también para aportar locales a pequeños emprendedores que pretenden poner en marcha un negocio», reflexionaba el presidente de Sareb. Se trataría de no pagar nada al principio para, luego, si las cosas marchan, ver qué renta podría llegar a cobrarse.

Cartera mutante y Benjamin Button

Para enmarcar nuevamente lo peculiar que resulta una sociedad como Sareb, y hacerlo ante un público neófito en la materia –en su mayoría administradores y periodistas procedentes de países latinoamericanos–, Echegoyen comparó al banco malo con una cartera mutante. «Metimos unos peces en una pecera y se selló para que no entraran más peces. Pero los que hay dentro se transforman», decía.

Un símil bien tirado para explicar cómo los activos financieros –los que los promotores no podrán pagar – acabarán convirtiéndose en activos inmobiliarios, los colaterales que cuelgan de los préstamos.

También echó mano del ‘síndrome de Benjamin Button’, el personaje protagonista del relato del autor estadounidense F. Scott Fitzgerald que, como Sareb, nace viejo y va, poco a poco, rejuveneciendo. «Nacimos con 51.000 millones y tenemos que acabar a 0 en 2027», comparaba Echegoyen.

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