San Luis sondea a la desesperada a grupos gallegos para salvar sus tiendas
La empresa, que trató sin éxito de vender sus establecimientos a varias multinacionales del sector, espera garantizar su supervivencia antes de final de año
La entrada en liquidación de la cadena gallega de electrodomésticos San Luis ha puesto en manos de la administración concursal la gestión de la empresa. Sin embargo, sus propietarios, con Lorenzo López al frente, no se dan por vencidos e intentan por todos los medios salvar los empleos. Fuentes próximas a la empresa señalan que, tras fracasar las negociaciones con varias multinacionales, han llamado a la puerta de grupos gallegos para tantear su interés en hacerse con alguna de las cinco tiendas que todavía posee.
Es una salida a la desesperada ya que, como apuntan estas mismas fuentes, «el tiempo se agota». De no encontrar una salida en los dos o tres próximos meses, la empresa estaría abocada a su desaparición solo dos años después de su refundación.
Sector transformado
Lorenzo López dejó el sector hace ocho años, cuando vendió la empresa a la multinacional británica Kesa, que traspasó las tiendas a su filial francesa Darty. En 2013, cuando recompró el grupo que había fundado cuatro décadas atrás, la venta de electrodomésticos ya no era lo mismo. Es más, en los dos años siguientes, la comercialización por Internet fue comiendo terreno al comercio tradicional. Desde 2012, las ventas a través de la web pasaron de un 5% a un 14%. Al resto de grandes empresas del sector esta realidad también les cogió con el pie cambiado.
San Luis no es una excepción. Cuando reiniciaron su andadura en Galicia lo hicieron basándose en el modelo tradicional. Llegaron a plantearse poner en marcha una web «decente», pero como apuntan desde la firma, suponía un desembolso de cerca de dos millones de euros, «una auténtica locura». Más cuando las pérdidas iban en aumento, consecuencia de la caída del consumo y de la reducción de márgenes por una competencia feroz.
Apuesta por el empleo
El objetivo de San Luis es el mismo ahora que cuando empezaron: garantizar el empleo. Es una tarea ardua, pero todavía lo ven posible a pesar de que el grupo arrastra una deuda de cuatro millones de euros que le llevó a presentar concurso de acreedores el pasado mes de abril.
De momento no hay negociaciones avanzadas, pero sí propuestas alternativas. Fuentes próximas a la empresa apuntan que alguno de los empleados ha planteado la posibilidad de quedarse con alguna de las tiendas, pero desde la compañía no acaban de ver esta posibilidad. Siguen luchando a la desesperada por la pervivencia de la marca y el mantenimiento de los cerca de 30 puestos de trabajo.