La empresa de Tino Fernández aumenta su dependencia del sector público
Los resultados de Altia se estancan al caer un 17% los ingresos en los trabajos para la industria; Tino Fernández rechaza entrar en la guerra de precios
Altia, la tecnológica del presidente del Deportivo, Tino Fernández, ha marcado en 2017 un punto de inflexión. Tras crecer a acelerado ritmo en el último lustro, los resultados se estancan de manera contundente, quedándose muy lejos de las previsiones de la propia compañía. Las grandes cifras indican una caída del 3% en la cifra de negocio, que se situó en los 64,7 millones; y una caída equivalente, del 3%, tanto en el ebitda (8,9 millones) como en el beneficio (6,1 millones).
El deterioro en el resultado ha estado marcado por una importante reducción en los trabajos para la industria, el sector privado, donde los ingresos descendieron un 17,4%, que no pudo ser compensado por el incremento de facturación a las administraciones públicas, un 6,1% más.
En 2012, los ingresos procedentes de las arcas públicas suponían la tercera parte del negocio de Altia. Este peso se fue reduciendo progresivamente por la ampliación o potenciación de otras áreas de negocio de la tecnológica y por el crecimiento en el sector privado. Esta tendencia remitió el año pasado, cuando las Administraciones reportaron a Altia el 25% de su facturación, tres puntos porcentuales más que en el ejercicio anterior.
Altia carga contra la competencia
La clave del estancamiento, según indica la propia compañía, radica en la guerra de precios que atraviesa el sector. En un entorno muy competitivo, Altia decidió no entrar en la batalla del low cost. No si para ello tenía que sacrificar los márgenes, es decir, la rentabilidad.
“Los márgenes han sido, son y deben seguir siendo sostenibles. Nuestra percepción es que algunas compañías han revelado sus dificultades en el mercado y no están protegiendo sus márgenes, lo que pone aún más en peligro su ya delicada salud financiera y supone una oportunidad de futuro para el Grupo”, explica Altia.
Y dice todavía más en su memoria de ejercicio:
“Compañías con dificultades o con ineficiencias graves en su estructura productiva y financiera, están bajando significativamente los precios con tal de conseguir contratos y obtener negocio, algo a lo que el grupo no está queriendo entrar”.
La parte positiva
Ciertamente, y a pesar de quedarse lejísimos de las previsiones, el balance de Altia tiene datos positivos. El patrimonio neto se incrementa de manera destacada, un 13%, situándose en los 34,7 millones. También lo hace la posición de liquidez de la compañía, que se eleva un 31%. La tesorería está en los 18 millones y el pasivo no alcanza los 11 millones. En ese aspecto, todo en orden.
A falta de saber si la estrategia de Tino Fernández y su equipo es correcta, por el momento parece estar funcionando. La rentabilidad no se resiente pese a la caída de facturación. El margen bruto ha mejorado un 6%, y los márgenes de explotación y el neto se han mantenido estables, con leves incrementos.
Dos problemas más
Altia también se está viendo perjudicado por la concentración en el sector bancario, que está reduciendo los ingresos del área de la empresa dedicada a los servicios financieros. Suponen más de cuatro millones anuales, pero están experimentando una caída sostenida en los últimos años.
Por último, la propia compañía reconoce que el esfuerzo inversor realizado para incrementar su volumen de negocio, potenciando tanto el área comercial como la de marketing y desarrollo de producto, no se está viendo recompensado. “Los ciclos de ventas, con operaciones más voluminosas y complejas, se ralentizan y están retrasando el retorno de esa inversión. Aun así, el Grupo sigue convencido de la conveniencia de haber realizado esta inversión en un momento en el que se considera esencial incorporar activos y talento para conseguir crecimiento”, concluye Altia.