Repsol blinda su plan estratégico ante un precio del barril inamovible en 50 dólares
Reducirá en 6.200 millones sus actuales 44.000 millones de activos con la venta de negocios no vinculados directamente al precio volátil del crudo
«Vamos a gestionar durante cinco años como si el precio del barril se quedase en 50 dólares, aunque luego no se quede», es la clave con la que Repsol ha planteado su estrategia en el plan 2016-2020, según anunciaba su consejero delegado Josu Jon Imaz. «Es un entorno que se puede prolongar durante mucho tiempo», añadía.
Con esa perspectiva, la multinacional petrolífera presidida por Antonio Brufau plantea un plan autofinanciado incluso en ese escenario ácido, que llevaría a la generación de caja de unos 10.000 millones de euros para pagar dividendos y acometer los gastos financieros de los 14.000 millones de deuda con los que acabará el ejercicio 2015.
20.000 millones de caja con el barril a 92 dólares
En un escenario base, la cosa mejoraría sustancialmente hasta la generación de 20.000 millones de euros de caja, gracias a un incremento constante del precio del barril, desde los 65 dólares contemplados en 2016 a los casi 92 barajados para 2020.
En uno u otro caso, lo que se mantiene invariable como previsión durante los cinco años es el margen del refino, a 6,4 dólares por barril. A pesar de que en estos momentos ese precio ronda los 9 dólares, «hay que ser conservadores por si las cosas vienen mal dadas», señalaba Imaz.
Plan autofinanciado
Aun en ese escenario ácido de precios constantes del barril en 50 dólares, el plan autofinanciado, para llegar a esa caja final de 10.000 millones, contempla un flujo de caja operativo tras impuestos de unos 32.000 millones de euros, con aproximadamente 5.000 millones de gastos financieros, 6.200 millones de desinversiones y, además, mantener un nivel de inversiones de unos 23.000 millones.
«Desinversión no tiene nada que ver con vender las joyas de la abuela», afirmaba el consejero delegado de Repsol en clara referencia a ese 30% que ostenta en Gas Natural. «Una participación que representa una oportunidad financiera y estratégica y en la que estamos cómodos», señalaba Imaz.
Desinversiones en upstream
Respecto a esas desinversiones, que en su mayoría provendrán del negocio del upstream (exploración y producción), Josu Jon Imaz hacía hincapié en que se hará todo lo posible por obtener esos 6.200 millones –que se destinarán en su totalidad a reducir la deuda financiera en un 45%– de activos que no estén vinculados al precio volátil del crudo, sino a otros factores como el gas o la inflación.
«Los activos en venta no tienen nombre y apellido», decía Imaz, para añadir que la mayoría provendrán de la actividad de exploración y que operaciones como la que se acaba de realizar en Alaska, con intercambio de acciones para evitar realizar inversiones futuras, se repetirán en el futuro.
Ebitda, entre 7.900 y 11.500 millones
Para llegar a mejorar el actual ebitda, que tras la última variación se queda en 5.400 millones, y llevarlo, en un escenario base, hasta los 11.500 millones, con un precio del barril creciendo hasta 92 dólares en 2020, o reducirlo a 7.900 millones si el barril no sube de los 50 dólares, el plan contempla un ahorro anual de costes de 2.100 millones de euros y una reducción de hasta el 40% en la inversión en el negocio upstream.
Durante la presentación del nuevo plan, Imaz defendió a capa y espada la compra de la canadiense Talisman. Tanto por el precio pagado, cuando el precio del barril estaba ya en 62 dólares, en el ciclo bajo –»a 110 no hubiéramos podido», decía–, como por esas reservas adquiridas a 10 dólares el barril, que permiten, junto a los recursos actuales, garantizar la producción hasta el año 2020, pasando de los actuales 682.000 barriles días a una franja de entre 700.000 y 750.000 dentro de cinco años.