PSA mira a Citröen en Vigo para la integración de Opel
PSA lanza un órdago a la economía de Aragón al paralizar inversiones y amenazar con derivar la fabricación del Corsa a plantas más competitivas, como la viguesa
PSA lo tiene claro. Desde la compra de Opel a General Motors, que convirtió al grupo francés en el segundo mayor fabricante de Europa, advirtió que priorizaría la reducción de costes al cierre de plantas, pero que era imprescindible recortar gastos y aumentar la productividad para que la marca vuelva a ser rentable en 2020.
La vehemencia de PSA para lograr ese objetivo ha provocado un terremoto en Zaragoza. La compañía anunció este miércoles en una carta al comité de empresa que paralizaba las inversiones en nuevos modelos para la planta de Figueruelas y que, “con efecto inmediato”, se paralizaban los trabajos para el proyecto P2JO, en referencia a la fabricación del nuevo Opel Corsa. Es un encargo fundamental para la sostenibilidad de la fábrica, que emplea a 5.700 personas y que en 2017 puso 382.000 vehículos en el mercado.
PSA: Cirtröen en Vigo tiene unos costes un 17% inferiores a los de Opel en Figueruelas
Opel es una pieza fundamental en la dinámica económica de Aragón, como Citröen lo es en la de Galicia. La planta de Vigo, que ensambló 434.850 vehículos el último ejercicio, es ahora el referente para la transformación que pretende el grupo francés en Zaragoza. No es algo que oculte la empresa, donde aseguran que las instalaciones olívicas tienen unos costes un 17% inferiores a los de Opel en Figueruelas.
El espejo de Zaragoza es Vigo
El modus operandi de la compañía es muy similar en ambos territorios. En Vigo lanzó un plan industrial aparejado a un encargo estratégico, las furgonetas K9. Pero al lado de la adjudicación y de las inversiones comprometidas, PSA exigió una fuerte reducción de gastos. El proceso, hilvanado en varias etapas desde 2014, conllevó aumentos de jornada, EREs temporales y salidas de los trabajadores veteranos.
En Zaragoza, el fabricante exige un incremento de la competitivad similar para el encargo estratégico del nuevo Corsa, modelo vinculado a Figueruelas desde hace más de tres décadas. “El grupo PSA solo realizará proyectos que tengan rentabilidad económica y que conlleven acuerdos de competitividad”, decía la misiva enviada al comité de empresa de la fábrica aragonesa.
¿Pescará Vigo en río revuelto?
Y como golpe final, la dirección aseguraba que buscará dentro de la red del grupo “un emplazamiento alternativo” para la producción de la nueva generación del Corsa. En esa puja podría entrar la planta viguesa, si bien PSA tiene alternativas sin irse muy lejos, como Portugal, Madrid o Marruecos.
Los sindicatos interpretaban el órdago de la compañía como una amenaza, un ultimátum para doblegar a los trabajadores, que preparan movilizaciones. La negociación del acuerdo laboral se truncó porque PSA pretendía un recorte salarial del 6%. Con las conversaciones atascadas, llegó a proponer una congelación de los sueldos, frente al comité de empresa que solicitaba el incremento del IPC. La falta de acuerdo enervó a la dirección, que pasó del diálogo a las amenazas.