Pharma Mar lleva tres años vendiendo en Australia el medicamento que veta Europa

Los años de demora en la aprobación del Aplidín echan por tierra millones de inversión en I+D y obligarán a la compañía a replantearse el futuro del fármaco

José María Fernández de Sousa, presidente de Pharma Mar / Pharma Mar

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Un nueve de noviembre de hace algo más de cinco años Pharma Mar se hundió un 30% en bolsa al hacer público el rechazo en Europa a su tratamiento contra el mieloma múltiple, Aplidin (plitidepsina), el mismo fármaco que reconvirtió posteriormente en un antiviral contra el Covid. El vaivén bursátil no es extraño en las farmacéuticas que cotizan, siempre pendientes del progreso regulatorio de sus productos, pero el «caso Aplidin», como lo definió la propia Pharma Mar, continúa empantanado cinco años después, enredado en un proceso judicial sobre el presunto conflicto de interés de algunos de los expertos que evaluaron negativamente el compuesto.

La aprobación europea se ha complicado tanto que a la compañía le ha dado tiempo a comercializar el mismo fármaco en otros territorios, concretamente, en Australia, donde consiguió en diciembre de 2018 la aprobación por parte de la agencia reguladora australiana, Therapeutic Goods Adminisration (TGA). Pharma Mar tiene allí un acuerdo de licencia con la empresa Specialised Therapeutics Asia (STA), que se encarga de la comercialización en Australia y tiene los derechos de Aplidin en Nueva Zelanda y una docena de países del sudeste asiático, donde todavía sigue sin autorización.

El acuerdo de licencia permiten a Pharma Mar percibir ingresos por la cesión de los derechos de comercialización y por las ventas de un producto que Bruselas rechazó al considerar que los potenciales beneficios del tratamiento no eran mayores que los riesgos y que su eficacia no estaba suficientemente probada. Sin embargo, en Australia se administra Aplidin desde hace tres años.

El difícil futuro de un fármaco atascado

El medicamento de Pharma Mar lleva demasiado tiempo en la nevera europea. La petición de autorización se registró en 2016 y continúa atascada en el proceso judicial. La decisión del Tribunal General de la Unión Europea, que aún no ha llegado de manera definitiva, podría ser favorable a los intereses de la biotecnológica, pero aún así tendría que replantearse qué hacer con su compuesto. En el periodo de espera se han producido avances en su principal rival para el tratamiento del mieloma, CellProtect, y la aparición de otros compuestos, lo que exigiría a la compañía, previsiblemente, más inversión para el desarrollo de Aplidin y solicitar de nuevo la aprobación de la Comisión Europea.

Por el camino se han desaprovechado los millones que invirtió en crear el antitumoral de origen marino, cuya expansión, en principio más ambiciosa, se limita a Australia, donde se utiliza para pacientes que recaen después de tres líneas de tratamiento, incluidos inhibidores del proteasoma o inmunomoduladores, o en tercera línea de tratamiento cuando el paciente ya ha recibido dos líneas de tratamiento previo y es refractario o intolerante a estos inhibidores.

El conflicto de interés

El proceso de autorización en la Unión Europea tiene, en última instancia, dos fases. Un dictamen científico de la agencia europea del medicamento (EMA) y una resolución de la Comisión Europea, que sigue las recomendaciones del dictamen previo. La EMA, tras la consideración del Comité de Medicamentos para Uso Humano (CHMP), rechazó Aplidin y se asesoró con un grupo de expertos (el GCC de oncología) a petición de la propia farmacéutica para reevaluar el fármaco, llegando a la misma conclusión.

En este grupo de expertos está el meollo del conflicto. Pharma Mar identificó a dos expertos que habían trabajado en el desarrollo de un medicamento rival del Aplidin, CellProtect. Uno de ellos ejerció como vicepresidente del GCC y propuso al segundo experto al que la compañía española atribuye un conflicto de interés. Además, añade Pharma Mar, el presidente del Comité de Medicamentos para Uso Humano, Tomas Salmonson, se formó en el  Karolinska Institute, al igual que los otros expertos cuestionados.  XNK Therapeutics AB, un spin off del Karolinska Institute, es la empresa que desarrolló CellProtect.

El Tribunal General de Luxemburgo vio en esta situación un conflicto de interés y entendió que el proceso de denegación a la comercialización de Aplidin carecía de las garantías exigibles, a pesar de que el grupo de asesores no tomara directamente la decisión, ya que sí que influyó en la resolución de la EMA. En consecuencia, anuló la negativa de la Comisión Europea al fármaco. Esa sentencia, de 2020, está de nuevo en cuestión por los recursos de Estonia y Alemania y por la posición del abogado general de la Unión Europea, Jean Richard de la Tour, que comulga con los argumentos de estos países y se muestra favorable a revisar la anulación.

Qué dice Pharma Mar

El recurso que presentó con éxito Pharma Mar ante el Tribunal General de la UE  alegaba que uno de los expertos trabajaba en un instituto ligado a un hospital universitario (el  Karolinska University Hospital Huddinge)  donde se realizaban los ensayos y la fabricación de CellProtect. Otro incluso ejerció como asesor médico de XNK Therapeutics AB, la empresa titular del fármaco rival.

En una nota de prensa emitida este lunes, la compañía muestra su disconformidad con la posición del abogado general de la UE, a quien atribuye errores de bulto al analizar el conflicto de interés y los medicamentos competidores de Aplidin. Además, se pregunta por qué países como Estonia y Alemania decidieron recurrir la decisión del Tribunal General de Luxemburgo cuando el organismo jurídico del que depende la EMA no lo hizo. «Sin cuestionar el derecho y legitimidad de cualquier estado miembro a hacerlo, cabe preguntarse qué intereses tienen estos países en que no se apruebe un medicamento para una enfermedad que a día de hoy sigue siendo incurable», dice en un comunicado.

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