Pescanova da carpetazo a su macroplanta de panga en Mozambique
La firma gallega pretendía criar más de 10.000 toneladas de esta especie, ahora denostada por las grandes superficies
Su crecimiento, mucho más rápido que el otras especies, el hecho de ser herbívoro, soportar mejor el calor y ser menos sensible a las concentraciones bajas de oxígeno eran los argumentos esgrimidos por el entonces presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa-Faro, para apostar decididamente por el panga, una especie hoy denostada por parte de la distribución y de los consumidores. Pero entonces, en 2009, era una apuesta segura, y la pesquera gallega iba con todo.
En pleno apogeo de esta especie, producida mayoritariamente en granjas situadas en el delta del río Mekong, en Vietnam, Fernández de Sousa llegó a anunciar un acuerdo con Mozambique, país en el que ya tenía infraestuctura, para cultivar panga en sus aguas, con una planta con una capacidad superior a las 10.000 toneladas, porque Pescanova no creía entonces en proyectos pequeños en acuicultura.
En la escenificación del acuerdo, en junio de 2009, estuvo presente el ministro de Pesca de Mozambique, Cadmiel Filiane Muthemba, quien señaló que su país estaba en disposición de ofrecer espacios para la instalación de plantas de cultivo de panga en un área de unas 250.000 hectáreas en zonas fluviales y del sur.
En el olvido
Por fortuna para la pesquera, ese proyecto nunca se llegó a materializar, y los nuevos propietarios ni siquiera se han planteado iniciativas en esta dirección. No obstante, la compañía, que este jueves ha presentado su nueva imagen corporativa, sigue comercializando panga en «pequeñas cantidades» y siempre cumpliendo «los más altos estándares de calidad». De hecho, la retirada de esta especie de los lineales de grandes superficies como Carrefour se debe, según explicó tras la decisión la propia distribuidora, a cuestiones de índole medioambiental, no de calidad del producto.
Y es que la sobreproducción de esta especie está causando serios problemas ambientales en el delta del Mekong, que se traducen en un empeoramiento de la calidad de las aguas, en un aumento del consumo de energía y en el agotamiento de los recursos.