Nueva vida en Arias Infraestructuras: saneada, más ventas y beneficios
Arias reequilibra su patrimonio y declara unos beneficios netos de 1,4 millones en 2018, tras unos números rojos de 5,5 millones
Los sobrecostes de la cubierta y las obras de reforma del Estado de Riazor han vuelto a poner el foco sobre una empresa que acaba de cambiar de dueños y transita con discreción hacia una nueva vida. Se trata de Arias Infraestructuras, antigua Arias Hermanos, una emblemática compañía coruñesa que hace poco más de un año estaba en quiebra técnica. El camino, ahora, parece despejado, con aumento de ventas y de nuevo en beneficios tras una compleja operación de reequilibrio patrimonial.
Arias Infraestructuras, gestionada actualmente por dos socios, sus accionistas, Mario Barcenilla y Antonio José Aranzadi, firmó en 2018 una recuperación que pasa por un incremento de sus ventas hasta los 39,1 millones de euros, frente a los 27,9 millones del cierre de 2017. El cambio es tal que ha pasado de perder 7,2 millones antes de impuestos a firmar un beneficio un año después, el pasado, de 1,6 millones. El resultado neto, 1,4 millones en positivo en 2018, cuando cambió de manos, frente a unos números rojos de 5,5 millones en 2017.
Cambio de dueños con colchón
Ambos socios explican en las cuentas de Arias el cambio: «En el primer semestre del 2018 se registró una cifra neta de negocios de 18,8 millones de euros, de los que 14,1 millones correspondían a España. Esto suponía, llegada la mitad del año, que teniendo en cuenta sólo lo facturado a nivel nacional, se estaba ya por encima del 50% de lo ingresado en total en el año 2017. Pues bien, a 31 de diciembre de 2018 se han superado las expectativas llegando a un total de cifra de negocios de 39,1 millones euros«, abundan los administradores. De ese importe, 5,2 millones correspondían al final de la obra ejecutada en Bolivia, fuente de quebrantos para el grupo. El incremento de los ingresos sobre el ejercicio anterior ha sido de más del 40%.
Barcenilla y su socio adquirieron el año pasado Arias al hasta entonces accionista mayoritario, Ildefonso Rodríguez Iglesias, que falleció el pasado mes de mayo de forma repentina. El cambio de manos de Arias llegó con un salvavidas por parte de su accionista de control hasta entonces. Y es que cuando se formaliza la venta se ejecutan varias operaciones patrimoniales: previa compensación de las pérdidas acumuladas con la totalidad de las reservas registradas en balance hasta esa fecha (1,8 millones de euros), se llevó a cabo una reducción de capital por la cantidad de 1,7 millones, quedando éste reducido a 64.800 euros. Simultáneamente a esta reducción, el hasta esta fecha socio único, es decir, Rodríguez Iglesias, realizó una aportación de capital no reintegrable por importe de 599.000 euros y otorgó a los nuevos socios un préstamo participativo por un nominal de 3,6 millones. Así se salvó Arias.
El tirón de orejas de los auditores
Todas estas operaciones y esta nueva vida no han pasado desapercibidas para los auditores de Arias. Audiesa, la compañía que chequea las cuentas, presenta salvedades en su informe. De hecho, aseguran que en el patrimonio de la compañía figuran recogidos como aportaciones de socios esos préstamos participativos por importe de 3,6 millones de euros. Y señalan que estos instrumentos financieros deben clasificarse como débitos y partidas a pagar y, por tanto, figurar registrados como deudas en el pasivo. Sin embargo, admiten que los citados préstamos participativos tienen la consideración de patrimonio neto a los efectos de la legislación mercantil.
Otra mancha. A cierre de 2018, Arias presenta un fondo de maniobra negativo por importe de 6 millones euros y un patrimonio neto positivo de 1,8 millones, integrado por los resultados negativos de ejercicios anteriores, el resultado positivo de ese ejercicio, las diferencias de conversión resultantes de la incorporación del balance del negocio en Bolivia y de los préstamos participativos. El proyecto de Bolivia, ya finiquitado, había sido el causante de las pérdidas de estos últimos años.