Megasa irrumpe en las renovables: contratos PPA y energía solar se suman a la hidráulica
El grupo ha firmado acuerdos para la compra de energía renovable que permitirán cubrir a largo plazo el 18% de su consumo y proyecta dos plantas fotovoltaicas de más de 20 megavatios para autoconsumo en sus fábricas lusas de Maia y Seixal
Megasa avanza en su transición hacia la economía circular. El primer grupo siderúrgico gallego, propiedad de la familia Freire, contempla reducir la dependencia de los combustibles fósiles mediante el autoabastecimiento energético a través de dos plantas fotovoltaicas, de unos 20,5 megavatios, y contratos PPA (Power Purchase Agreement) que permitirán cubrir a largo plazo el 18% de su consumo.
Los planes de la compañía aparecen recogidos en la Memoria de Sostenibilidad en la que su presidente, José Enrique Freire, hace referencia a las dificultades que experimentaron tras el estallido de la pandemia por el Covid-19 a las que habría que sumar también el incremento de los costes energéticos a consecuencia de guerra de Ucrania. En todo caso, el presidente pone en valor las medidas implementadas para «garantizar la continuidad de las operaciones en todas las plantas en un escenario de alta incertidumbre en las cadenas de suministro».
El coste de la electricidad ha sido una piedra en el camino para la compañía gallega en el último año. Solo hay que recordar los distintos paros de producción en sus plantas ante la imposibilidad de mantener la actividad con una factura eléctrica que afectaba de forma especial a la industria electrointensiva.
A estos parones en la actividad de las plantas también habría que sumar otras medidas, como adaptar la producción a los precios de la energía. Así, el pasado septiembre la compañía llegó a un acuerdo con la parte social para mover la fundición del turno de noche a un nuevo horario de tarde. Se trataba de un cambio con el que la firma buscaba reducir la factura eléctrica a la que tenía que hacer frente sin recurrir a una parada de producción.
Contratos PPA renovables
Con este escenario de fondo, el grupo de la familia Freire han avanzado en medidas para conseguir abaratar el coste energético y garantizar, en todo caso, la continuidad de la actividad de las plantas. Una de ellas ha sido la firma de contratos PPA (Power Purchase Agreement) que cubrirán el 18% del consumo energético de la compañía.
Los PPA son acuerdos a largo plazo entre consumidores y productores de energía que permiten a estos últimos garantizar los ingresos precisos para financiar la construcción de nuevas infraestructuras renovables.
Plantas fotovoltaicas
Para asegurar el abastecimiento energético la compañía contempla en su memoria otras medidas, como el desarrollo de parques fotovoltaicos para autoconsumo que lleguen a proporcionar un total de 20,5 megavatios.
En concreto, estos proyectos, que se plantean para las plantas lusas de Maia y Seixal, consisten en la instalación de un centro de producción de energía eléctrica, cuyo objetivo es aprovechar la energía solar para producir energía eléctrica para el autoconsumo.
«La producción de energía eléctrica contribuirá al cumplimiento de los objetivos definidos en el ámbito de la política de aprovechamiento de recursos renovables, reducción de la emisión de contaminantes atmosféricos y de gases de efecto invernadero, estando alineados con las políticas que llevamos a cabo en Megasa de cara a seguir avanzando en la descarbonización», exponen.
Reducción de emisiones por carretera
Además, en el camino por reducir el impacto de su actividad en el entorno el grupo de los Freire han alcanzado un contrato «con una compañía del sector ferroviario» con el objetivo de «reducir significativamente el transporte por carretera y darle más protagonismo al transporte por vía ferroviaria» disminuyendo así las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Todas estas medidas e iniciativas se suman a la actividad que la compañía realiza en dos minicentrales hidroeléctricas. Por un lado, la de Ferrerías, donde se aprovecha el agua del aliviadero del pantano As Forcadas. Estas instalaciones, creadas en 1956, sirvieron para abastecer la planta de Narón en periodos de elevado consumo del horno eléctrico o de deficiente calidad del suministro local. Por otro lado, está la central de Cercedo (Pontevedra) que aprovecha las aguas que fluyen del río Lérez.