Mauro Varela, el abogado que dio la cara por Méndez y Caixa Galicia

El expresidente de Novacaixagalicia tuvo que bregar con los directivos de Caixanova tras la fusión y, antes, sufrir a José Luis Méndez, su director general

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«Es lo cierto que estos tres últimos años han sido convulsos para las cajas de ahorros gallegas, para la entidad resultante de la misma y, en definitiva, para la sociedad gallega. También lo han sido para mí, a nivel personal». Corría el verano de 2012 y Mauro Varela tiraba la toalla. Aprovechaba su carta de despedida, con dimisión irrevocable incorporada, para hacer rápido balance de sus años en la presidencia de Caixa Galicia, primero, y después en la copresidencia de Novacaixagalicia, tras el fiasco de la fusión con la Caixanova de Julio Fernández Gayoso.

Mauro Varela (Lugo, 1942) dimitía entonces de todos sus cargos: como consejero general de Novacaixagalicia, que llevaba consigo la renuncia como miembro del consejo de administración y de la presidencia del mismo, que era rotaroria según el pacto alcanzado tras la fusión, anunciada en mayo de 2010. Lo hacía también cuatro días después de una sonora pifia, tras la asamblea general de la entidad, cuando aseguró que las polémicas participaciones preferentes se habían comprado a sabiendas. «Toda la campaña fue legal y la gente las tomó sabiendo lo que estaba tomando», fueron sus palabras.

La antítesis de Méndez

Sin embargo, la valoración de Varela sobre la crisis de las preferentes, que había afectado a miles de gallegos y comprometido las cuentas de la entidad, fue de las escasas manchas en la hoja de servicios de un abogado criado en los brazos de Manuel Iglesias Corral, de quien había heredado su despacho en A Coruña. Porque, como presidente de la entidad, Varela no percibía ninguna remuneración excepto las dietas por asistencia a los consejos de administración y tampoco tenía derecho a ningún tipo de indemnización por abandonar en el cargo. Nada que ver con sus colegas de Caixanova, epicentro de otro conflicto, el de las indemnizaciones millonarias e ilegales, ni con la dorada jubilación de José Luis Méndez, un número dos en Caixa Galicia que realmente era el uno.

Varela era la antítesis de Méndez, el todopoderoso director general que se vio obligado a jubilarse en septiembre de 2010, cuando ya tomaba forma la integración de ambas cajas. Sin embargo, el expolítico lucense dio en numerosas ocasiones la cara por su director. No tenía poderes ejecutivos en Caixa Galicia, tan solo de representación desde que en 2002 sustituyera en la presidencia al economista José Ramón Docal Labaén.

La fusión, para Mauro Varela, fue una operación sobrevenida, por decirlo de algún modo, y llegó cuando su tiempo estaba acabando. Él mismo se encargó de dar por sentado por anticipado el desembarco de José María Castellano en la caja fusionada, en una operación de rescate que resultó otro fiasco. Lo suyo era la coexistencia pacífica, y se hizo irrespirable en el avispero en que se había convertido la entidad.

La crisis de las indemnizaciones

Varela sí formaba parte, por el contrario, del consejo de administración que aprobó las indemnizaciones millonarias a los Pego, Gorriarán y compañía para salir de Novacaixagalicia. Quizá otra mancha en su trayectoria final, aunque nunca se ha aclarado del todo, ni en sede judicial, qué habían aprobado realmente en aquel consejo.

En la comisión de investigación creada en el Parlamento para poner luz sobre la crisis de las cajas, Varela aseguró que las indemnizaciones eran «excesivas» y las preferentes, «legales». El expresidente llegó a asegurar hasta tres veces que «nunca» tuvo «retribución especial» alguna, ni siquiera tarjeta de Caixa Galicia. Solamente había cobrado las dietas por representación. «Salí como entré, me atrevería a decir peor, porque dejé parte del trabajo profesional», resumió en aquella comisión que todavía hoy no está cerrada.

Licenciado en Derecho y abogado en ejercicio desde 1965, Mauro Varela fue parlamentario del Congreso en Madrid por el PP en las legislaturas de 1989, 1993 y 1996, así como diputado autonómico a partir de 1997. También optó a la presidencia del Parlamento gallego, pero no lo logró por obra y gracia de Manuel Fraga. Sin embargo, sus últimos años, hasta su fallecimiento este jueves, estuvieron unidos indisolublemente a la quiebra del sector financiero gallego.

 

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