Los trabajadores creen que Ferroatlántica vende las centrales por la mitad de su valor
La plantilla de Cee y Dumbría considera que los activos hidroeléctricos, que valora en 455 millones, pueden financiar el plan de inversiones de la empresa
Pedro Larrea, consejero delegado de Ferroglobe y presidente de Ferroatlántica, mantuvo una reunión la semana pasada con los trabajadores de las plantas de Cee y Dumbría en la que hubo cordialidad, pero poco más. La empresa llegó al encuentro con parte del pescado vendido: un acuerdo bajo el brazo para vender las centrales hidroeléctricas del grupo y, a cambio, un millonario plan de inversiones en la comarca, con garantía de empleo y creación de nuevos puestos de trabajo.
Este mismo martes, Larrea insistía en una entrevista radiofónica en la necesidad de vender las centrales hidroeléctricas del grupo, unos activos «no estratégicos», para poder poner en marcha el plan industrial. Sin embargo, los trabajadores han elaborado un documento en el que cuestionan, entre otras cosas, el precio de venta de los saltos de los ríos Grande y Xallas.
Los números no casan
Ferroglobe, el conglomerado propiedad del empresario Miguel Ángel Villar Mir, desveló los detalles de la operación en una reciente notificación al regulador bursátil norteamericano, en el que mencionaba por primera vez la existencia de un acuerdo para la venta de las centrales por 255 millones de euros. Esta operación, que Larrea calificó en su última visita como algo «inmejorable», ha sido desmontada por los trabajadores, que, con una valoración por lo bajo, cifran en 455 millones de euros el valor de dichos activos.
Se basan para ello en el precio medio por megavatio instalado en una central de nueva construcción, que se sitúa en el millón de euros. No incluyen, por ejemplo, el montante de las expropiaciones de los terrenos o el coste de enterrar localidades anegando valles. La suma de 155 MW de las centrales gallegas, los 55 MW de Hidronitro, la capacidad de endeudamiento por leasing y las nuevas minicentrales, junto con otros activos, les da el resultado antes mencionado, y por ello califican de «vacile en toda regla» la propuesta de la compañía.
«Con un valor de 445 millones de euros, que es el valor real de las centrales hidroeléctricas, cualquier nuevo comprador vería con buenos ojos hacerse con las plantas de ferroaleaciones, siempre que sigan unidas a ella, al igual que hizo Villar Mir en su día», afirman en el documento.
El mejor seguro
En su intervención de este martes, Pedro Larrea también advertía del riesgo de no poder acometer inversiones en las factorías, lo que conllevaría el paulatino deterioro de las mismas. Sin embargo, los trabajadores no creen que las mejoras en las factorías vayan a ser la solución. Como explican, el de las ferroaleaciones «siempre ha sido un negocio cíclico«, condicionado por la evolución del precio de la energía, de las materias primas y de los productos terminados.
En este sentido, recuerdan que fueron los beneficios «fijos y constantes» de las centrales los que consiguieron sobrellevar las crisis de 1992 y la más reciente, de 2009, en la que se llegó a plantear un ERE para 200 trabajadores. No descartan que, por cambios en la política de interrumbilidad o por la oscilación de precios en el mercado, se produzca un nuevo episodio de este tipo. Por ello, piden mantener ligadas ambas actividades, y añaden que el plan industrial que les han presentado «puede ir financiado por las centrales que hoy se quieren vender«.