Los fondos buitre siguen toreando a Codere
La multinacional de juego privado suma 13 prórrogas en tres meses para negociar la refinanciación de deuda y evitar el concurso
El rocambolesco y tenso proceso de refinanciación de sus 1.300 millones de deuda que está viviendo Codere, la multinacional española de juego privado todavía controlada por la familia Martínez Sampedro, no tiene parangón.
En tres meses son ya 13 los acuerdos de no exigibilidad de obligaciones con sus acreedores (stand still) firmados, y sin visos certeros de que se pueda llegar a una solución de consenso satisfactoria para las partes.
Al gato y al ratón
Aunque la ley no pone límite alguno a esta vía para que las negociaciones de una empresa con sus acreedores se mantengan sine die, lo cierto es que, en este caso, los plazos mínimos que se recogen en estas prórrogas dejan la impresión de que los acreedores están jugando al gato y al ratón, tanto con la compañía de juego como con sus más de 18.000 empleados, el 5% en España.
No tienen prisa y aceptan estos mínimos alargues con la certeza de que, tarde o temprano, los actuales accionistas de control de Codere –con la familia Martínez Sampedro al frente con el 64% de las acciones– tendrán que acceder a sus pretensiones de quedarse con la empresa.
Amenaza de concurso permanente
El decimotercer acuerdo de no exigibilidad de obligaciones con sus acreedores se ha fijado hasta las cinco horas del 3 de septiembre, si bien por acuerdo de la mayoría de los titulares de bonos podrá dejarse sin efecto, con un preaviso de veinticuatro horas, a partir de las cinco horas del día 13 de agosto. O, lo que es lo mismo, instar ya el concurso el próximo miércoles. Todo parece indicar que no lo harán, y que el 3 de septiembre se comunicará la firma de la decimocuarta prórroga.
Saber hasta cuándo se prolongará este absurdo tira y afloja no resulta fácil. Una situación que tiene su origen hace 15 meses, cuando los principales acreedores de Codere (Crédit Suisse, Barclays, BBVA y Houston Casualty Company (HCC) decidieron vender una línea de deuda con garantía de cobro preferente de 125 millones de euros a los fondos oportunistas Canyon Capital Finance y GSO Blackstone, ante el temor de que Codere no pudiera devolver lo prestado el 15 de junio de 2013, la fecha inicial del vencimiento.
Sangrantes CDS
Cesiones de crédito realizadas en el mercado secundario de deuda realizadas sin el preceptivo consentimiento de Codere y que, además, conllevaban la suscripción de seguros ante la eventualidad de impago. Los sangrantes credit default swaps (CDS), cuyo alto coste soporta la multinacional española, con ese 7,5% de interés que está pagando a los nuevos prestamistas por el riesgo derivado de las pólizas de caución.
Codere se vio obligado a pedir el primer stand still el pasado 30 de abril al finalizar el sin éxito el plazo de cuatro meses iniciado el 2 de enero cuando solicitó el preconcurso de acreedores.
El mismo final, por un lado o por otro
A lo largo de esos cuatro meses se vio que las posturas estaban muy alejadas. Los bonistas se desmarcaron con una propuesta inasumible para los accionistas principales de Codere. Pretendían diluir a estos en más de un 96%, asumiendo los acreedores el 96.8% del capital y dejando a los actuales accionistas en un simbólico 3,2%. Y justificaban esa dilución por la necesaria aportación de 400 millones de euros, dejando entrever que Codere prácticamente no valía nada.
Como alternativa, la empresa llegó a ofrecer a los bonistas la entrada en el capital con una participación máxima del 70% y con un mecanismo de control compartido, como resultado de la conversión de deuda en capital, pero los bonistas rechazaron esta propuesta de plano.
Impago de cupones
Además de este gesto de buena voluntad y de la innecesaria inyección de nuevos fondos, el grupo presidido por José Antonio Martínez Sampedro puso sobre la mesa la posibilidad de que los cupones impagados se incluyeran en el préstamo principal refinanciado, que la nueva fecha de vencimiento se extendiera hasta el 31 de diciembre, y la opción de convertir una parte de la deuda en un bono de 250 millones, con intereses pagaderos en efectivo al tipo anual del 8,5% y vencimiento el 30 de junio de 2019, y una segunda emisión por 425 millones al 9,7%. Nada de esto ha llegado a fructificar.
Entre las prórrogas sucesivas y los desencuentros entre las partes, Codere se ha visto obligada a incurrir en impago de dos cupones, en marzo y junio de 2014, correspondientes a emisiones de bonos con vencimientos finales en 2019 y 2015, respectivamente.