Los ecologistas desaconsejan la reapertura de la mina de Touro por su impacto en el Río Ulla
Salvemos Cabana detecta "un gravísimo riesgo de toxicidad" en las aguas que, a su juicio, han sido intoxicadas por los trabajos previos en la mina y desaconseja la reapertura de la mina a cielo abierto
La asociación Salvemos Cabana arremete contra Atalaya Mining y Explotaciones Gallegas por su plan para reabrir la mina de Touro. Según denuncia el colectivo ecologista, la puesta en marcha de actividad en este yacimiento tendría un «impacto negativo sobre la cuenca fluvial del río Ulla y el entorno de la ría de Arousa.
Salvemos Cabana alude a un estudio de la investigadora Rosa Calvo y otros autores, realizado en 1991 (cinco años después del cierre de la mina) y asegura que con esos datos se constataría que la reapertura del proyecto a cielo abierto «podría conllevar una problemática añadida en caso de accidente a gran escala». A su juicio, la restauración de cauces afectados por la antigua explotación «va a resultar una tarea extremadamente difícil para la que no existen soluciones mágicas como la instalación de plantas de tratamiento».
El principal punto en cuestión es el estado de las aguas superficiales y subterráneas de la zona, que se encontrarían en una situación «lamentable», según defienden. En concreto, el colectivo ecologista defiende que estas aguas se encuentran intoxicadas con metales como aluminio, cinc, y cobre, lo que ha provocado que el agua presente «un gravísimo riesgo de toxicidad«, que se ha trasladado más allá del río.
«Signos evidentes de contaminación»
El estudio hace referencia a «una influencia negativa en los suelos situados en los márgenes fluviales en los que aparecen signos evidentes de contaminación». Además, según Salvemos Cabana, este estudio pone de manifiesto «la influencia sobre aguas freáticas y contaminación de acuíferos se hace especialmente evidente en los análisis realizados en pozos, fuentes y aguas de traída de núcleos rurales».
Durante el trabajo de campo en la zona de la mina se llevó a cabo la recogida de 22 muestras de agua en diferentes puntos. De esas 22, solo dos eran susceptibles «de beber directamente», mientras que 17 de ellas directamente fueron catalogadas como «no potabilizables». Es por ello que la asociación desaconseja la reapertura del proyecto a cielo abierto porque ni «el uso de las mejores técnicas disponibles a nivel minero» ni la «filosofía de vertido cero» podrían evitar, en caso de un posible accidente a gran escala, «un desastre ambiental sin precedentes en Galicia».