Las dos suertes del aluminio: del caos de Alu Ibérica a los beneficios al alza de Extrugasa

Con el aluminio en máximos desde 2011, Alu Ibérica o Alcoa atraviesan su particular via crucis mientras que Extrugasa, con sede en Valga, logra aumentar ganancias el año de la pandemia

Concentración trabajadores de Alu Ibérica. EFE/Cabalar

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El precio del aluminio está disparado. El pasado lunes, alcanzó nuevos máximos en la Bolsa de Metales de Londres, llegando la tonelada los 2.745 dólares, unas cifras que se no anotaban desde el año 2011. En la gran industria gallega la paradoja es que, precisamente en este momento, dos grandes factorías del sector se encuentran en la cuerda floja: Alcoa, en San Cibrao, y Alu Ibérica, en A Coruña. La primera continúa en activo, a la espera de que la compañía americana y el Gobierno español desbloqueen la situación de la última fábrica de aluminio primario que resta en el territorio español y se decida si los de Roy Harvey se mantienen un año más al frente de la planta de Lugo o se acomete un proceso de compraventa en el que hay varios grandes inversores interesados. La segunda presenta una situación aún más complicada, si cabe. Mientras la Audiencia Nacional investiga un posible delito de descapitalización fraudulenta por parte de su último propietario, Grupo Industrial Riesgo, el administrador judicial que ha tomado las riendas de la planta decidió a finales de agosto el cese total de la actividad, ante la falta de liquidez y los problemas para poder garantizar las condiciones de salud y de seguridad del personal que, no obstante, cuenta con licencias retribuidas.

Pero, en Galicia, existen numerosas experiencias que indican que el aluminio es un negocio rentable. Los ejemplos más claros se encuentran en los fabricantes de perfiles Aluminios Cortizo, Exlabesa y Extrugasa. Esta última acaba de depositar recientemente sus cuentas correspondientes al ejercicio de al pandemia ante el Registro Mercantil. El discreto imperio de la familia Quintá aumentó beneficios a pesar del coronavirus.

Extrugasa

Histórico negocio con sede en Valga (Pontevedra) y pilotado por la saga familiar de los Quintá, la sociedad más grande del grupo, Extrusiones Galicia SAU, cerró el año del Covid elevando sus activos desde los 78 hasta os 85,9 millones de euros. El patrimonio neto de la sociedad pasó de 49,5 a 56,3 millones. Hubo, eso sí, una contracción de la cifra de negocio, que pasó de los 106,7 millones a los 97,5 millones de euros. Aún con eso, el resultado de explotación creció desde los 7,5 millones de 2019, hasta los 8,9 millones de euros el año de la pandemia. Las ganancias se estiraron desde los 6,2 millones a los 6,79 millones de euros en esta sociedad. El beneficio neto se incrementó así en un 9,08%. Los administradores de la compañía indican en su memoria de actividad que esto se explica “dada la reducción de costes en diferentes ámbitos” como el personal pero, especialmente, en lo que atañe a gastos de explotación y de aprovisionamiento, que se ajustaron en un 12,62% y un 13% respectivamente.

El negocio de los Quintá goza de buena salud financiera. Prueba de ello es que “a 31 de diciembre, la disponibilidad de liquidez alcanzó los 20,9 millones, cifra que se incrementa desde los 19,3 millones del ejercicio pasado”. La compañía presenta un fondo de maniobra positivo de 47 millones, “gozando de buena salud financiera para hacer frente a los pagos a corto plazo”.

La sociedad está plenamente consolidada en el sector y con los principales estímulos macroeconómicos empezando a despertar finalizada la etapa más dura del Covid se prevé una mejoría a corto y medio plazo”, apuntan los administradores de la compañía en sus cuentas anuales.

Un grupo de 100 millones

La entidad depende de la sociedad dominante del grupo, Gestión Corporativa Quinta, controlada por la familia fundadora. En 2020, las cuentas consolidadas del grupo ratifican que fueron capaces de capear con nota la pandemia.

La compañía incluye en su perímetro de consolidación a la mencionada sociedad Extrusionados Galicia, así como Extrugasa Transformación y Galipan, siendo también dependiente la filial alemana Extruagasa Deutschland. La cifra de negocio se redujo de 110,6 a 101,1 millones de euros (llevaba ocho ejercicios consecutivos aumentando ingresos), si bien el resultado de explotación aumentó de los 7,3 a los 8,2 millones. El beneficio neto del grupo creció un 2,41%, hasta los 6,29 millones. Según la memoria que acompaña al balance de resultados, en el conjunto del grupo, 93 personas se vieron afectadas por un ERTE a causa de la situación pandémica. La plantilla total se redujo al finalizar el ejercicio de 729 a 691 personas.

Aluminio, un sector que crece

Explican los administradores del grupo en sus cuentas que su previsión para este ejercicio es que la actividad se recupere en línea con 2019, es decir, regrese a niveles prepandémicos. El grupo destaca en su memoria las posibilidad que en la actualidad tiene el negocio del aluminio en la industria. “Multitud de vías de desarrollo y negocio” hacen crecer las perspectivas empresariales de una firma que, asegura, es consciente de la que cada vez más relevante necesidad “de realizar inversiones a final de atender a la cada vez mayor demanda”.

Precisamente, las buenas perspectivas del sector del aluminio es uno de los principales argumentos de la plantilla de la antigua planta de Alcoa en A Coruña, que insisten en la viabilidad de la factoría.

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