Las ciudades frenan el cierre de negocios, pero la banca hace estragos en los municipios pequeños
Las ciudades consiguen frenar el impacto del Covid, que aumentó el cierre de negocio, pero el rural y los municipios medianos no encuentran sustituto para las oficinas bancarias
En Galicia hay casi 7.000 locales comerciales vacíos en busca de inquilino. Las provincias de Pontevedra y A Coruña concentran la mayoría, 2.100 la primera y 2.300 la segunda, pero Ourense no está muy lejos de esas cifras, con 1.900. El dato desvela la dificultad de la provincia ourensana para mantener sus negocios o reemplazar los que cierran, ya que su población es muy inferior a la de las provincias atlánticas. También contrasta la diferencia con Lugo, con 500 locales sin arrendador.
El balance de locales en arrendamiento elaborado por la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias muestra que las ciudades han logrado contener la clausura de negocios, que se aceleró a causa del Covid, pero también de otros factores como la reestructuración de oficinas de la banca, las dificultades del comercio de proximidad para competir con las grandes superficies o el redimensionamiento del retail a causa de la digitalización. Sin embargo, si se compara el número de inmuebles comerciales vacíos de febrero de 2021 con el actual, se registran descensos en todas las ciudades gallegas.
El más acusado es el del área de A Coruña (ciudad y municipios limítrofes), que pasa de 1.450 locales en comercialización a 850; Ferrol baja desde los 350 a 240; Santiago, de 475 a 420; Lugo, de 320 a 250; Ourense pasa de 1.350 a 1.200; Pontevedra reduce de 400 a 250; y Vigo tiene 500 menos, de 1.600 a 1.100.
El problema de los cierres bancarios
El análisis que aporta la patronal inmobiliaria especifica que, si bien la sangría se detiene en las áreas urbanas, los municipios medianos y el rural continúan echando el cierre a negocios, debido fundamentalmente al impacto del cierre de oficinas bancarias.
No se trata simplemente de los propios locales a los que es difícil encontrarles nuevo uso, sino también de la pérdida del tráfico de personas que acudían a las oficinas.
“Constatamos un alto porcentaje de municipios gallegos que se están quedando anclados en áreas cada vez más deshabitadas, carentes de atractivo a la hora de invertir y donde el relevo generacional es mínimo al finalizar la actividad económica en curso con la jubilación o cierre de los propietarios. Quedan así cada vez más bajos vacíos que no se vuelven a alquilar en nuestros municipios del rural, situación que se ve agravada por el cierre masivo de oficinas bancarias que eran en muchos casos sostenes de actividades económicas”, explica Fegein.