Evitar la quiebra de la gestora de suelo industrial del Gobierno gallego ha requerido más de 120 millones en los últimos cinco años. El Instituto Galego de Vivenda e Solo, organismo dependiente de la Consellería de Infraestruturas y principal accionista de Xestur, ha utilizado el mecanismo de la ampliación de capital para inyectar fondos en la empresa pública y equilibrar su situación patrimonial, condicionada por una deuda de 113 millones y por las pérdidas millonarias que registra ejercicio tras ejercicio.
La delicada situación financiera de la sociedad viene de lejos, de los antiguos Xestur provinciales, que acabaron prácticamente quebrados. El Ejecutivo de Núñez Feijóo los heredó del bipartito, los fusionó y refinanció una deuda de casi 200 millones tras negociar con Abanca. Pasados cinco años desde aquella reestructuración, han sido necesarios más de 120 millones para que la gestora de suelo industrial se mantenga a flote. Tenía a cierre del último ejercicio 294 millones en activos y una amplia cartera de polígonos industriales gallegos, como A Sionlla, Mos, Carballo, Barreiros, As Pontes o el Parque Tecnolóxico de Ourense.
Así sobrevive Xestur
Una fuerte actividad inversora, a golpe de expropiación y urbanización de parcelas, combinada con la llegada de la crisis económica –que provocó incluso que terrenos expropiados nunca se urbanizasen, como el ourensano Val da Rabeda— crearon la mezcla perfecta para hacer un agujero contable en Xestur.
El equipo de Feijóo tardó una legislatura entera y parte de la segunda en trazar un plan para devolver a la viabilidad a la empresa. Con Agustín Hernández en la Consellería de Infraestruturas, la Xunta constató en 2014 que harían falta 228 millones hasta 2021 para continuar con la actividad de promoción y venta de suelo industrial mientras se pagaba la deuda contraída. En base a esta partida, el Instituto Galego de Vivenda e Solo reserva cada año una inyección para Xestur a través de retenciones de crédito, que luego traspasa a la gestora de suelo industrial mediante ampliaciones de capital.
Siguiendo esta fórmula, la Xunta inyectó 32 millones en 2014, 31 millones en 2015, 30,4 millones en 2016 y 17,1 millones el año pasado. A estas partidas hay que sumar otros 12,4 millones que el Gobierno gallego inyectó en mayo de este año, ya que, además de pagar los vencimientos de crédito a Abanca, Xestur necesita equilibrar su situación patrimonial al incurrir en pérdidas cada ejercicio. En conjunto, los fondos destinados a Xestur desde 2014 suman casi 123 millones.
Las rebajas no frenan las pérdidas
Para mejorar las ventas de parcelas, que habían estado prácticamente paralizadas por la recesión económica, la Xunta empezó en 2015 a comercializar suelo bonificado. Aplicó fuertes descuentos, en algunos casos del 50% del precio, en un momento en que era sencillo para las empresas encontrar terrenos baratos en Portugal. A día de hoy, Xestur continúa con las agresivas ofertas y el suelo luso sigue captando centenares de empresas gallegas.
Las ventas fueron a más, al menos en 2017, cuando la gestora de suelo logró una cifra de negocio de 29,1 millones, el triple que en el curso precedente. Cierto es que más de la mitad de los ingresos proceden de un único cliente, la maderera Finsa, que aportó 17,5 millones por su ampliación en el polígono de A Sionlla (Santiago).
Pese al aumento de la cifra de negocio y la contención de las inversiones, solo 3,6 millones, Xestur siguió incrementando los números rojos. Registró pérdidas de 13 millones, frente a los 10 millones que perdió en 2015. La ampliación de capital efectuada este año, otros 12,4 millones, tenía como objetivo compensar dichas pérdidas. La previsión para este año, según quedó reflejada en los presupuestos del Gobierno gallego, es que Xestur repita números rojos por valor de 10 millones.