La sequía, el nuevo obstáculo de Sandra Ortega para su resort de lujo en Portugal

El Ayuntamiento de Grândola, donde la hija de Amancio Ortega prevé invertir cerca de 200 millones, pide a los promotores reducir el número de camas; colectivos ambientalistas advierten que el boom turístico pone en riesgo la disponibilidad de agua

Sandra Ortega, accionista de Inditex y de Pharma Mar / EFE

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El miedo a morir de éxito afloró en Grândola entre promesas de millonarias inversiones para emprendimientos turísticos. El municipio al sur de Lisboa, territorio de la popular península de Tròia, pasó de atraer famosos a sus costas, como José Mourinho o Madonna, a atraer grandes inversiones, buena parte de ellas en los terrenos que fue vendiendo la sociedad Sonae Capital. La proliferación de hoteles, villas turísticas y campos de golf proyectados reabrió el debate sobre el modelo de desarrollo del municipio y sobre la capacidad del medio ambiente y de sus habitantes para soportarlo.

Las iniciativas de compañías como Grupo Pestana, los hoteles que promociona Cristiano Ronaldo; Vanguard Amorim Luxury, grupo del que fuera hombre más rico de Portugal, Americo Amorim; o la promotora norteamericana Discovery Land han provocado que el municipio esté tramitando cerca de 20.000 camas turísticas, lo que supondría casi triplicar su actual capacidad. La población de Grândola no supera los 14.000 habitantes.

Entre esos grandes inversores está Sandra Ortega, quien compró a Sonae los terrenos por 50 millones en la larga etapa que José Leyte dirigió las finanzas de la mujer más acaudalada de España, antes de la ruptura por el caso Room Mate. A través de la sociedad Ferrado Na Comporta, la hija mayor de Amancio Ortega comenzó a construir en septiembre del año pasado el complejo Na Praia, que destinará cerca de 200 millones a un hotel de cinco estrellas y tres núcleos turísticos combinados con instalaciones deportivas y de ocio en Troia.

La preocupación por este tipo de desarrollos ha ido en ascenso en Grândola, al menos, en la esfera política, donde la Cámara municipal debatió el pasado febrero con intensidad sobre la masificación turística llegando a aprobarse una suspensión Plan Director Municipal (PDM) para evitar nuevos emprendimientos que apenas duró un suspiro. El Ejecutivo municipal la sacó adelante pero naufragó al día siguiente en la Asamblea Municipal, que reúne a todos los partidos con representantes electos.

El Gobierno municipal pide recortar habitaciones

Ahora el debate se retoma al calor de un evento inesperado: la sequía. No solo como un fenómeno coyuntural que se está viviendo este año, sino por las mayores temperaturas y las menores precipitaciones que elevan año a año el estrés hídrico de la Região Hidrográfica do Sado e Mira, en la que está englobada Grândola.

A comienzos de agosto, la Cámara Municipal organizó una reunión con los promotores turísticos para conminarles a una reducción «significativa» del número de camas, a la defensa de los recursos hídricos y a la implementación de procesos de desalinización del agua del mar para que pueda utilizarse en los campos de golf y en otras zonas verdes. La Cámara aseguró que había un compromiso por parte de los promotores de los desarrollos inmobiliarios para avanzar en este sentido y que las medidas afectaban a los proyectos en construcción, como el de Sandra Ortega, o en proceso de tramitación para obtener la licencia.

El problema del agua

Esta misma semana, la asociación Proteger Grândola, constituida por el temor al impacto ambiental de los proyectos planificados en el municipio, emitió un comunicado en el que alertó de que está en riesgo la disponibilidad de agua en la zona. La entidad indica que el estrés hídrico de la región hidrográfica en base al índice WEI+, que relación la media anual de agua consumida con los recursos medios disponibles a largo plazo, se sitúa en el 71%, que equivale una situación de «escasez extrema». Todo apunta a que irá a peor, a su entender, pues a la previsión futura de menores precipitaciones y disminución de la recarga de acuíferos, se suma las mayores necesidades derivadas de los emprendimientos turísticos en cuanto a captación y consumo de agua.

«Los numerosos desarrollos y habitaciones en construcción conviven con una ausencia de infraestructuras de abastecimiento de agua o saneamiento de aguas residuales. Las inversiones en infraestructuras para estos servicios no están en gran parte del municipio ni siquiera en fase de concepción, por lo que tal solución no podría pasar a la realidad en menos de 7 o 10 años», añaden.

Proteger Grândola concluye que hay un riesgo de falta de disponibilidad de agua y una reducida resiliencia del territorio para la renovación de los recursos hídricos. «Todo el sistema de abastecimiento de Grândola está basado, salvo raras excepciones, en la captación de aguas subterráneas. El aumento significativo de volúmenes captados, principalmente por resultado del crecimiento del número de residencias y camas turísticas, sumado a la reducción de la pluviosidad y de la recarga de los acuíferos, puede poner en riesgo la garantía de disponibilidad de agua en el futuro, especialmente si se verifica que la tasa de recarga es inferior a la tasa de captación, cuando además no existe redundancia en los orígenes de los sistemas de abastecimiento, lo que determina una reducida resiliencia de los mismos», concluye,

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