La otra cara del Covid-19: Leche Río y Feiraco disparan ventas un 20%

Los dos grandes grupos lácteos de capital gallego blindan su suministro a supermercados tras implantar turnos los fines de semana y tirar de stock

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Mientras parte de la industria gallega protagoniza una oleada de ERTEs tras paralizar temporalmente su actividad, otros sectores, como el lácteo gallego, se multiplican para garantizar el suministro de lácteos a los consumidores. Es el caso de Leche Río y Cooperativas Lácteas Unidas (CLUN), que han disparado más de un 20% sus envíos de leche y yogures a los supermercados desde el estallido de la crisis del coronavirus.

Y es que los supermercados de toda España atraviesan en estos momentos un boom de ventas por parte de consumidores que buscan hacer acopio de alimentos para reducir al mínimo sus desplazamientos hacia estos establecimientos. En este contexto, la leche se convierte en uno de los puntos esenciales en la lista de la compra, generando una avalancha de nuevos pedidos a los principales grupos lácteos 100% gallegos, que blindan sus suministros con estrategias diferentes.

Feiraco gira hacia el súper

CLUN, que tiene a Feiraco como marca de referencia, asegura que el “suministro está garantizado” y cifra en una horquilla del 25% y el 30% el aumento de su producción con destino a los supermercados. Para ello, la compañía ha puesto en marcha un plan que pivota sobre dos ejes. Por un lado, ha «instaurado turnos de trabajo tanto sábados como domingos”, según asegura su director general, Rafael Prieto, que subraya que la planta de Clesa, por el contrario, se encuentra operativa de lunes a sábado. El objetivo es elevar una producción con destino a los estantes de los supermercado que también se ha visto alimentada por otra vía.

Y es que la cooperativa ha orientado hacia este canal buena parte de los envíos que anteriormente realizaba a mercados industriales, la hostelería o que exportaba a otros países. Estos segmentos ven ahora recortada a mínimos su contribución a la cifra de negocio de una compañía que ya ha contratado a personal para sus áreas de almacenes y expediciones y que asegura que el límite de producción lo ponen “el número de vacas” que nutren sus factorías.

Leche Río tira de stock

El otro gran grupo lácteo de capital gallego, Leche Río (dueño también de marcas como Leyma) también constata un “aumento de pedidos considerable”, que Jesús García, adjunto a la dirección, entiende que “se estabilizará en las próximas fechas”.

Según asegura el consejero de Grupo Leche Río, la compañía “no ha aumentado la producción” en sus cuatro plantas(de ellas salen unos 800.000 litros diarios de leche), pero sí admite haber consumido un stock de seguridad que rondaba los siete millones de litros.

Refuerzo de la seguridad

Leche Río y CLUN difieren en su forma de dar respuesta a la avalancha de pedidos que le llegan de los supermercados tanto de Galicia como de fuera de la comunidad, pero sí coinciden de forma significativa en el refuerzo de las medidas de seguridad en un sector donde estos controles ya son de por sí estrictos.

Ambas compañías, que todavía no han registrado ningún caso de coronavirus entre su personal, han tenido que lidiar con la escasez que existe en el mercado en dos productos clave para la higiene: el gel hidroalcohólico y las mascarillas. Leche Río ha optado por la producción propia para proveerse de estos productos, mientras que CLUN, por el contrario, optado por recurrir a un productor local del área de Barbanza, que le suministra mascarillas de tela. “Son algo más caras, pero sabemos que si compramos en el mercado internacional nos enfrentamos a escasez y luego a posibles retrasos en aduanas, así que optamos por esta solución”, explica Rafael Prieto.

En CLUN, además de equipar a su personal con este material de protección, han decidido tomar la temperatura a todos sus trabajadores a su llegada a las instalaciones, cancelar las reuniones presenciales y enviar a teletrabajar a la práctica totalidad de los empleados de su sede central para minimizar el riesgo de contagio y mantener un ritmo de crucero en la producción que está permitiendo que, pese a la avalancha de compras, los estantes de productos lácteos en los supermercados nunca estén vacíos.

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