La hostilidad de Reino Unido amenaza contratos de Navantia
Trabajadores, empresarios y políticos piden que Navantia no construya tres buques de apoyo a la Royal Navy para que se lo queden astilleros británicos
La presidenta de Navantia, Susana de Sarria, aterrizó la pasada semana en Londres de la mano con el socio británico de los astilleros españoles, BMT. Acudía a la feria DSEI para presentar en sociedad el proyecto con el que el grupo público competirá por la construcción de tres buques logísticos del programa FSS, embarcaciones de abastecimiento de flota en alta mar para dar apoyo a la Royal Navy, un encargo presupuestado en casi 1.700 millones.
Navantia recalcó que trabajó con proveedores de “todo Reino Unido” y que su oferta para hacerse con el contrato pasa por hacer crecer y progresar la cadena de suministro en el país “para este y otros nuevos programas de construcción”.
Es consciente el equipo de Susana de Sarria que el clima en las islas no es el más favorable para que una empresa foránea se lleve un contrato del Ministerio de Defensa, menos aún si compite con un equipo británico formado por BAE Systems, Babcock y Cammel Laird.
Los empresarios presionan
En el Reino Unido del brexit y de Boris Johnson las presiones para que los buques se construyan en astilleros británicos han ido en aumento desde hace meses. Coincidiendo con la presentación del proyecto de Navantia y BMT, un asesor de Defensa y de empresas privadas vinculadas a este sector, Howard Wheeldon, aseguraba en declaraciones a un medio británico (Defense News) que si el Gobierno creía “en su propia estrategia” de desarrollo de la construcción naval “se asegurará que los contratos para los buques de apoyo se coloquen en los astilleros del Reino Unido”.
La estrategia a la que se refiere Wheeldon nació hace dos años y buscaba mantener e impulsar las capacidades de construcción naval del país ante el declive de los astilleros en zonas de fuerte tradición en el ensamblaje de buques, como Plymouth. El asesor formó parte hasta 2013 de ADS, la patronal de la industria aeroespacial, de defensa y seguridad que está ejerciendo como uno de los grupos de presión ante el Gobierno para llevar buques a los astilleros británicos.
Dos problemas: Boris Johnson y Maire Anne Trevelyan
Lo cierto es que la situación de Navantia para hacerse con el contrato ha empeorado, al menos a nivel político, desde que meses atrás los medios británicos la señalaban como favorita. No solo por la irrupción de Boris Johnson como primer ministro, sino también por la presencia de la conservadora Marie Anne Trevelyan como responsable de la adquisición de equipamiento (Minister of Defence Procurement) en el Ministerio de Defensa.
Hace unos meses, antes de acceder a su actual cargo, Trevelyan instaba al Gobierno en la Cámara de los Comunes a que los contratos financiados por los contribuyentes británicos beneficiasen a la economía del Reino Unido. “Nos preocupa que los concursos, especialmente en la construcción naval, se basen en un modelo que no aporte beneficios a la economía del Reino Unido a pesar de estar financiados con dinero de sus contribuyentes”, decía la actual responsable de compras del Ministerio, lo que hace pensar que Navantia no lo tendrá fácil para construir los buques.
Un informe para que los barcos se queden en el Reino Unido
El debate no es nuevo, pues el pasado mayo un grupo de parlamentarios de distintos partidos encabezado por el laborista de Plymouth, Luke Pollard, pedía en un informe que todos los barcos de la Royal Navy se fabricaran en Gran Bretaña, incluida la Royal Fleet Auxiliary, los buques de apoyo a los que opta Navantia.
Entonces, el Gobierno británico sostenía que no consideraba los buques logísticos como barcos de guerra y que, en consecuencia y por la normativa europea, el concurso debía abrirse a competidores foráneos. A esa competición presentó Navantia un proyecto inspirado en el BAC Cantabria de la Armada que sirvió de base para los AOR de la marina australiana que construyeron los astilleros de Ferrol.