La guerra familiar por el imperio del yogur helado colapsa el mercado

Las dos empresas que nacieron en el seno de la familia Sirvent saturan un mercado que ha tocado techo en España

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La historia del yogur helado en España la escriben dos franquicias: Llaollao y Smöoy. Ambas, gestadas en el seno de la familia Sirvent, se hicieron de oro tras su nacimiento al crecer sin freno hasta llegar a países como los Estados Unidos y Arabia Saudí. Ahora, las dos marcas compiten en un mercado colapsado por la estrategia que un día les reportó tanto éxito.

La aventura arrancó en el núcleo de los hermanos Sirvent: Maria Elena, Almudena, Nuria, Javier y Yolanda, hijos de Encarna, artífice de la fortuna de la famosa familia murciana de tradición heladera.

La mayor de los cinco, Yolanda, decidió en 2009 desviarse del camino común para seguir el suyo. Lo inició lejos de su casa, en Denia (Alicante), junto a su marido Pedro Espinosa.

El proyecto no gustó al resto de hermanos, que seis meses más tarde fundaron Smöoy, marca que comercializa exactamente el mismo producto con una tipografía y establecimientos similares.

Así es la lucha

Desde su nacimiento, las dos franquicias optaron por una política de aperturas encadenadas pero sin pausa. Para hacerse una idea, cuando nació Smöoy, Llaollao ya había subido la persiana en medio centenar de establecimientos. 

Nueve años más tarde, Smöoy supera a Llaollao en España. La franquicia de los Martínez-Espinosa roza el centenar de locales, mientras que los otros cuatro hermanos Sirvent, capitaneados por Nuria –la administradora de ésta y otras firmas vinculadas– llegan a los 150 puestos de frozen yogurt.

En la batalla internacional, el resultado es inverso. Llaollao, con ocho sociedades escindidas desde junio centradas en Asia, Europa y África, manda en venitiséis países. Por contra, Smöoy solo llega a una decena de países.

Smöoy y Llaollao: cinco años de expansión y parada en seco

El empate llega en el descenso del volumen de ventas. Los últimos resultados de Llaollao disponibles en el registro mercantil (2015) afloran que la cifra de negocio se situó en algo más de cuatro millones de euros, un 20% inferior que en 2014 (5.400.324), encadenando así tres años consecutivos de descensos. Respecto a 2016 ni hay datos disponibles ni tampoco la compañía ha querido facilitarlos. 

Smöoy, articulada a través de Softy Cream SLU, sigue el mismo camino. En 2016 facturó 1.102.889 euros, un 21% menos que en el ejercicio precedente (1.399.680). La cifra supone también tres ejercicios seguidos de descensos en el volumen del negocio.

Rentables ante la nula competencia

A pesar de la coyuntura del mercado, ambas compañías siguen siendo rentables. Llaollao superó los 700.000 euros de beneficios en 2015, aunque ganó un 16% menos que el año anterior (877.877 euros).

Smöoy, por su parte, sí ha mejorado el resultado final del ejercicio tras registrar 298.000 euros en 2016, el 5,7% más respecto a los 281.000 de 2015.

Ante la comparativa, fuentes cercanas a Llaollao aseguran que es “difícil sacar conclusiones porque ambos modelos no consolidan económicamente del mismo modo y se diferencian en muchos otros aspectos”.

Con todo, los modelos han copado tanta cuota que han terminado desplazando al resto de competidores. Las marcas como Ö!MyGood o Yogen Frutz que un día se subieron al carro del yogur helado no han aguantado el pulso y han dejado un mercado monopolizado por la saga. 

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