La Fábrica de Armas vendió como chatarra fusiles incautados en una operación policial
De las instalaciones de Pedralonga salieron miles de fusiles de asalto Cetme y Coruña que los detenidos la semana pasada en Bizkaia, Girona y Santander recuperaban para su posterior venta a bandas de traficantes de toda Europa
La semana pasada, cinco personas fueron detenidas en Bizkaia, Girona y Cantabria en un operativo policial contra el tráfico de armas. Entre el material requisado, unas 12.000 armas de guerra, figuran fusiles de asalto Cetme de varios calibres, así como rifles del modelo Coruña, todos ellos fabricados en las instalaciones de la Fábrica de Armas de A Coruña.
En la actualidad, la actividad fabril es apenas inexistente en el recinto que gestiona en régimen de concesión la empresa Hércules de Armamento. De Pedralonga hace años que no salen armas. De hecho, a pesar de su nombre, la firma que explota las instalaciones tiene desde hace más de un año retirado el permiso del Ministerio de Defensa para la fabricación de armas de fuego, un aspecto que, además, le puede llegar a suponer la pérdida de la concesión.
Etapa anterior
El director de Hércules de Armamento, Ramón Mejuto, fue trabajador de Santa Bárbara y, tras su privatización y venta, también de General Dynamics, donde en los últimos años ocupó cargos de responsabilidad. Fue en esta etapa cuando las armas incautadas en el operativo policial salieron de A Coruña, puesto que en el tiempo que la empresa fue pública, todo el material considerado chatarra se enviaba a fundición.
Con la privatización, las armas en desuso se empezaron a vender por lotes, siempre con el visto bueno de Defensa. Su salida de Pedralonga fue, por tanto, completamente legal. No así las modificaciones que luego es practicaban los detenidos para volverlas a convertir en operativas.
Tapadera
Según informó el Ministerio del Interior, los detenidos compraban legalmente armas de guerra inutilizadas que posteriormente reactivaban y ponían a la venta para su adquisición por el crimen organizado u organizaciones terroristas. La infraestructura y la capacidad de trabajo de esta organización era de tal magnitud que les permitía abastecer de armamento, piezas y repuestos a otros traficantes de armas de Europa.
Para no levantar sospechas, los integrantes del grupo criminal adquirían las armas empleando una empresa legal dedicada a vender material deportivo, pero que, sin embargo, carecía de la licencia necesaria para la venta de este tipo de componentes. Las armas incautadas en los registros, algunas de ellas activas y otras inutilizadas, habrían alcanzado un valor aproximado de 10 millones de euros en el mercado negro.
Entre las armas de guerra incautadas, además del modelo Coruña y los fusiles de asalto Cetme, se han encontrado rifles Beretta, varias ametralladoras antiaéreas, multitud de pistolas Astra y Star y numerosos revólveres Smith & Wesson, entre otras marcas conocidas.