La estrategia de Ferroatlántica para segregar sus centrales gallegas
La compañía ofrecerá a la Xunta una gran apuesta por el sector del silicio solar como contrapartida a la separación del negocio hidroeléctrico
Con el acuerdo de venta de sus centrales hidroeléctricas en España ya cerrado, Ferroatlántica quema los últimos cartuchos para convencer a la parte social y a la Xunta de que la segregación del negocio energético del de las ferroaleaciones es mal necesario para un futuro más prometedor para la empresa y para el conjunto de los gallegos.
La compañía lleva semanas reuniéndose con los representantes de los trabajadores de los distintos centros productivos para exponerles su plan industrial. De momento, apuntan desde Ferroglobe –la firma en la que se integran los activos gallegos del grupo Villar Mir– «el clima es de entendimiento» y las factorías están acogiendo con interés los proyectos que la empresa les plantea, supeditados todos ellos a la venta de las centrales hidroeléctricas.
El único comité con el que todavía no se ha reunido el consejero delegado de Ferroglobe, Pedro Larrea, es el de Cee-Dumbría. No obstante, aprovechando una reciente visita de los directivos de las plantas coruñesas, les informó a través de ellos de cuáles eran los planes de la compañía para la comarca, que pasan por mejorar las instalaciones, rejuvenecer la plantilla, generar nuevos empleos y apostar por la formación dual, entre otras cuestiones.
El silicio es lo que prima
Ese plan industrial del que hablan es también la herramienta que tiene Ferroglobe para presionar a la Xunta para que permita la segregación, pues es la administración autonómica la que tiene la última palabra. Sus argumentos son, fundamentalmente, una inversión millonaria, la generación de nuevos puestos de trabajo y, sobre todo, la oportunidad de apostar por el silicio solar, una tecnología con grandes posibilidades que, como reconocen fuentes del sector, «puede hacer que la empresa tenga un crecimiento muy importante a corto plazo», con lo que eso conlleva. Y todo ello sin tener en cuenta los planes que la empresa compradora tenga para el negocio de generación eléctrica.
Además de la planta de silicio solar, que estaría ubicada en Sabón y para la que ya cuenta con un préstamo de 42 millones de euros del Ministerio de Economía, Ferroglobe anunció la construcción de una planta de carbón vegetal, cuyo emplazamiento aún no está definido, y que serviría para abastecer a la nueva factoría.
A pesar de que Feijóo se mostró contrario a la segregación, renunciar a estos proyectos y a esta inversión, a la que irá destinada buena parte de los 153,4 millones que espera ingresar por la venta de las centrales, no le dejaría en buen lugar. Pero tampoco tiene sencilla la otra salida, que pasaría por obviar el informe de Augas de Galicia y el auto del Supremo que consideran que los activos hidroeléctricos están ligados a la actividad de las plantas de ferroaleaciones (aunque físicamente hace tiempo que ya no lo están).
Una decisión política
Todos los grupos con representación en el Parlamento de Galicia defienden más o menos una misma postura en contra de la segregación. Este jueves, sin ir más lejos, el BNG anunció que trataría de promover en el próximo pleno una declaración institucional solicitando el apoyo unánime de la Cámara autonómica contra la venta de las centrales, que califica de «ilegal» y de «expolio descarado de recursos públicos».
El próximo lunes, que es cuando está previsto el pleno, será pues una buena ocasión para comprobar si las presiones de la empresa para que la Xunta claudique y acceda a permitir la segregación están funcionando o si, por el contrario, deberá ir pensando en guardar en el cajón sus propuestas y buscar cómo sacar adelante el negocio sin la financiación adicional que le reportaría esta venta.