La crisis por el traslado de Ence abre la puerta a crear una gran papelera en Galicia
Francisco Conde alude a una operación en la que entrarían fondos europeos y un inversor para cerrar el ciclo de papel, una vieja aspiración con As Pontes siempre como candidata
La crisis de Ence como oportunidad. La mesa de negociación impulsada en Madrid por la vicepresidenta Teresa Ribera abre la puerta no solo al traslado de la planta de Lourizán, asunto que aceptó estudiar la propia compañía, no sin recelos. La reunión también deja otro balance. Con las condiciones adecuadas, el traslado de Ence puede conllevar, si se logran encajar todas las piezas, que Galicia cumpla una vieja aspiración: cerrar el ciclo del papel que inició Ence con la celulosa en los años sesenta del siglo pasado.
La propia Xunta, que ha seguido muy de cerca esta crisis con la mirada puesta en las opciones que se abren con los fondos europeos de reconstrucción para las comarcas gallegas más castigadas, ha cambiado sensiblemente la narrativa y ya no se cierra a un traslado, algo inimaginable oficialmente hace unos meses. Sin embargo, todo está abierto. De confirmarlo se encargó el propio vicepresidente segundo tras la reunión de Madrid.
Todas las opciones
Enigmático se mostró el titular de Economía en sus declaraciones, cuidándose también de dejar todas las puertas abiertas. La primera opción, para Francisco Conde, es que “no nos podemos permitir que cierre una empresa en funcionamiento”; es decir, que Ence siga. Se trataría de mantener la actividad y los puestos de trabajo, pero no necesariamente en la ría de Pontevedra.
A partir de ahí, todo son alternativas, que pasan por el compromiso del Gobierno con la viabilidad de un proyecto como el Ence. Y, según Conde, será entonces cuando se “podrá valorar un nuevo escenario si también existe el compromiso de financiación a través de los fondos europeos, así como un inversor dispuesto a desarrollar la actividad”.
Dos industrias transformadoras
Conde fue más allá al asegurar que “Galicia cuenta con capacidad instalada, de recurso (forestal), para tener dos industrias de la transformación de la madera”. La implantación de otra gran industria pasa por la instalación de una papelera si se atiende a los precedentes, algunos muy recientes.
Fondos europeos para apoyar la operación, un inversor dispuesto, y margen para abastecer a una segunda industria transformadora… Tres elementos nuevos en el relato de la crisis de Ence y las alternativas a su futuro.
La opción de As Pontes y los intentos
Una papelera para As Pontes estuvo sobre la mesa de las negociaciones en plena crisis tras el anuncio del cierre de la central térmica de Endesa. Fue en ese momento, con el presidente anterior, ahora de honor, de Ence, Juan Luis Arregui, cuando se abordó la instalación de un papelera, un cliente de la propia Ence al que le suministra celulosa, para cerrar el ciclo en una comarca anclada en el epicentro forestal de Galicia. Ahora, todo son de nuevo expectativas.
En 1989, Ence se alió con José María Cuevas, que fue presidente de la CEOE, la papelera Torras, con el creador de Gadisa, Roberto Tojeiro, y con la alemana Fedmülhe para constituir una sociedad llamada Eurogalicia Forestal. Estaba llamada a ser la gran papelera del norte de Galicia. El proyecto se vino abajo tras quebrar el grupo KIO, propietario de Torras.
Ence lo volvió a intentar, de la mano de Arregui, en 2008, cuando optó con los empresarios Manuel Jove, Epifanio Campo (ambos fallecidos) y Jacinto Rey al concurso eólico del bipartito. Para ejecutar el traslado de la celulosa de Lourizán a As Pontes, los socios planteaban la necesidad de llevarse 300 megavatios de la adjudicación, el 15% del concurso.