«Incertidumbre total» en la planta gallega de Celsa, motor de beneficios, ante otro cambio de manos
Los representantes de los trabajadores lamentan el mutismo de los fondos, que toman el relevo de los Rubiralta al frente de Celsa, sobre su plan industrial para el grupo y filiales como Celsa Atlantic
El cambio de dueños en la siderúrgica Celsa coge a la plantilla a contrapié. Los fondos han tomado el control de la empresa después de que el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Barcelona les haya concedido «el 100% del capital de la empresa mediante la capitalización de 1.352 millones de deuda convertible y de parte de la deuda», tal y como figura en la sentencia que se ha hecho pública este lunes.
El grupo de fondos conformado por Deutsche Bank, SVP, Cross Ocean, Anchorage, Golden Tree, Attestor, Goldman Sachs, Sculptor y Capital Group ha tomado el control de Celsa en una operación sobre la que el Gobierno central tendrá la última palabra al estar sometida al control de inversiones extranjeras. Los nuevos dueños de Celsa han expresado su intención de convertir a la firma en «un líder europeo del sector, salvaguardar los puestos de trabajo y garantizar una sólida gestión financiera», si bien todavía no se han dirigido a los representantes de los trabajadores para trasladar cuáles serán las líneas maestras de esta nueva etapa.
Silencio ante la plantilla
Consultadas por Economía Digital fuentes sindicales de la planta de Celsa Atlantic en A Laracha aseguran en estos momentos impera la «incertidumbre total». Según lamentan, los nuevos dueños todavía no se han dirigido a la plantilla para esbozar cuál será su hoja de ruta. Esta sí figura en un plan industrial del que ha tenido conocimiento el magistrado Álvaro Lobato, tal y como consta en la sentencia, pero cuyo contenido, por el momento, no ha llegado a los trabajadores.
Es por ello que, según Diego Doldán, delegado de Comisiones Obreras en Celsa Atlantic, «existe mucha preocupación» entre los trabajadores. «Nos preocupa que seguimos sin conocer el plan industrial y queremos saber cómo se garantiza el empleo y qué centros de decisión quedarán». ¿Cuáles son esos centros de decisión», ha explicado Doldán, que reclama detalles sobre cómo se distribuirá el mix de producción en el caso de que se acometan nuevos cambios.
Es por ello que los sindicatos exigen una toma de contacto con los fondos para evitar que su promesa inicial se quede en «palabras vacías». Además, reclaman que el traspaso de poderes se ejecute de una manera «transparente», que no «repercuta» en el funcionamiento de la factoría gallega y que no «interfiera en los pedidos».
Beneficio histórico
La planta de Celsa Atlantic encara este traspaso de poderes tras haber cosechado un beneficio histórico por valor de 116 millones de euros en 2022. Así se desprende de la memoria anual que la compañía depositó en el Registro Mercantil de A Coruña. Se trata de la cifra más elevada en al menos una década gracias tanto al empujón de su facturación como, sobre todo, a la reversión de deterioros.
Y es que la cifra de negocio de Celsa Atlantic se elevó un 3%, hasta situarse en los 364,7 millones de euros en un 2022 marcado por una inflación que impulsó también los precios del acero. A este empujón se sumó la reversión de los deterioros por valor de 68,2 millones de euros en el inmovilizado material y en activos intangibles que se había anotado debido al impacto del Covid-19. Al deshacer esta corrección valorativa, la compañía añadió estos 68,2 millones de euros a su cuenta de resultados, disparando así su resultado de explotación, que se elevó hasta los 78,5 millones, casi tres veces más que los 20 millones de 2021.
Este mismo factor también llevó en volandas a su resultado financiero, que pasó de arrojar pérdidas por valor de 15,5 millones en 2021 a reflejar una cifra positiva de casi 46 millones de euros. En este caso se debió a la reversión de los deterioros dotados en la participación del grupo Celsa France, la acería de Bayona (Francia) que le surte de palanquilla, por valor de 63,3 millones.
Gracias a estos ajustes, la compañía apuntaló su posición financiera. Tras anotarse unas pérdidas por valor de 100 millones de euros en 2020 y unos beneficios de un millón en 2021 y de 116 millones en 2022, la filial gallega de Celsa ha visto tapado el agujero de su patrimonio neto. No en vano, este alcanzó los 89,3 millones de euros en 2022, dejando así atrás los 26,8 millones en números rojos en este concepto.