Imaz descarta para Repsol la condena a bono basura
Defiende que el plan estratégico es viable tras ajustar a 40 dólares el precio medio del barril durante 2016 y 2017 y, solo en el caso de que no se alcance ese umbral en el medio plazo, podrían activarse los casi 9.100 millones de liquidez actual
La presentación a los inversores de las cuentas de Repsol al cierre del 2015 había generado una gran expectación, al venir precedida del anuncio realizado por la agencia Standard & Poor’s (S&P) de analizar llevar a bono basura el rating crediticio de la petrolera en la revisión prevista para el próximo marzo.
Pero el consejero delegado de la petrolera, Josu Jon Imaz, se encargó de quitar hierro al asunto. «No veo ese escenario», negaba en varias ocasiones la posibilidad.
En el aluvión de cuestiones planteadas por los inversores, Imaz reiteraba su convencimiento en cumplir los nuevos objetivos del plan estratégico, tras el ajuste llevado a cabo por la caída del precio del petróleo, desde los iniciales 60 dólares contemplados el pasado octubre, a los 40 fijados como precio medio hasta el cierre del ejercicio 2017.
Un precio que hoy se atisba lejano, con el barril moviéndose en márgenes de entre 30 y 33 dólares, pero que se mantiene como un umbral factible de alcanzar, a pesar de que algunos analistas hablan incluso de caídas mayores y con los futuros a un año manteniéndose en los actuales precios de cotización.
A partir de aquí, los movimientos corporativos, reconocía el consejero delegado, se irán tomando con cautela, sin precipitación.
12.000 millones de deuda, 9.100 de liquidez
En esa línea estarían las últimas desinversiones realizadas –muchas de ellas se contabilizarán en 2016 tras el visto bueno de los órganos regulatorios, recordaba Imaz–, como la última venta, la realizada al grupo chino SDIC Power del negocio eólico marino en el Reino Unido, por 238 millones, con plusvalía de 109 millones, o la reducción a 0,30 euros por acción el dividendo complementario, a cuenta del ejercicio 2015, a pagar el próximo julio.
Desinversiones que ya al cierre de 2015 lograban reducir la deuda financiera por debajo de los 12.000 millones de euros, casi 1.200 menos que los que se contabilizan al final del tercer trimestre. Son 10.000 millones más que hace un año por la compra de Talisman, pero 1.000 menos sin este impacto, gracias a los 5.414 millones de flujo de caja generado.
Además, recordaba Imaz a algunos de los inversores, para hacer frente a esa deuda Repsol dispone de 9.130 millones de liquidez, más del doble de los vencimientos de deuda bruta a corto plazo.
Acciones para mejorar el upstream
En la conference call con los inversores, Imaz también tuvo que explicar, en varias ocasiones, cómo ve Repsol la evolución desigual del negocio, con la brutal caída del otrora negocio boyante de upstream (exploración y producción) y el buen comportamiento del downstream, en un escenario adverso en el que el precio del crudo siga en los niveles actuales, y los beneficios del marketing y, sobre todo, el del refino, no sirvan para compensar las pérdidas del negocio de producción.
Una eventualidad ante la que el consejero delegado de la petrolera volvía a poner encima de la mesa el punto de equilibrio para la generación de caja positiva, después de pagar intereses y dividendos, en esos 40 dólares el barril, gracias al aumento de la eficiencia, la reducción de inversiones y la venta de activos no estratégicos.
Generación de caja, en el aire
Elevar desde los iniciales 220 millones dólares las sinergias derivadas de la integración de Talisman, alcanzar unos 1.100 millones en su programa de eficiencia en 2016 –la mitad de los previstos hasta 2018 en el Plan Estratégico– y, sobre todo, reducir en 1.800 millones de euros adicionales la inversión prevista, con menos de 4.000 millones, tanto en 2016 como en 2017, serían los nuevos objetivos.
Siempre, claro está, que el precio del barril se sitúe en esos 40 dólares o, al menos, no baje mucho más de los 32 en que ahora se mueve.
De alcanzarse los 40 dólares, Repsol estaría en condiciones de generar una caja de unos 1.600 millones de euros anuales entre 2016 y 2017. Unos 300 más que si el precio del barril se mantiene inalterable en la actual banda de entre 30 y 33 dólares. Si cae a 25, ya estaríamos hablando de una situación complicada, con generación de caja anual inferior a 1.000 millones.