Iberdrola desata una ronda de ajustes para protegerse de Trump
La eléctrica compra dólares que compensen la devaluación del peso mexicano sobre el margen bruto y para amortiguar el impacto sobre el beneficio
Como ya pasara en junio, tras el resultado del referéndum en el Reino Unido favorable a la salida de la Unión Europea, Iberdrola se ha visto obligada a ajustar sus cuentas en México, para que el impacto de la devaluación del peso frente al dólar, tras la victoria del republicano Donald Trump en los Estados Unidos (EEUU), no se refleje en el beneficio al cierre del presente ejercicio.
«Si tengo facturados 10 teravatios [un billón de vatios] y, con la devaluación, se va a reducir el precio de cada teravatio en cuatro dólares, al final lo que tengo es una pérdida de 40 millones, que, al restar unos 35 millones de costes en generación, queda una exposición de cinco millones sobre el ebitda».
Lo comenta un ingeniero de la eléctrica presidida por Ignacio Sánchez Galán, para ilustrar los ajustes que se están llevando para compensar el impacto del 12% sufrido por el peso frente al dólar tras la victoria de Trump.
Esos cinco millones son los que se cubren comprando dólares. «Estos ajustes por el efecto cambiario son muy habituales. Lo que pasa es que, normalmente, no son tan bruscos como ha ocurrido ahora en México o como pasó con la libra tras el brexit», explica el técnico de Iberdrola. El mercado mexicano resulta vital para Iberdrola. Dentro de tres años venderá allí más energía que en España.
Actualmente, los más de 28.200 gigavatios/hora (Gwh) de energía eléctrica, producidos en el país centroamericano entre enero y septiembre suponen el 27,3% de todo el grupo.
Pero en 2020 el aumento de su potencia instalada –de casi el doble sobre los actuales 5.500 megavatios– propiciará que esa producción supere los actuales 43.000 Gwh vendidos en España, consolidando a Iberdrola como la principal eléctrica privada de México, y la segunda por detrás de la pública Comisión Federal de la Energía (CFE).
Sin los riesgos del cliente final
A esa posición de privilegio ha llegado Iberdrola gracias a los contratos firmados con esta empresa pública. Construye, gestiona y mantiene las centrales eléctricas de ciclos combinados y de generación, mantiene su titularidad, pero luego vende toda la energía producida a la CFE, mediante contratos a largo plazo. «Además de esta compra, también paga por la disponibilidad y por la eficiencia», apuntan desde la eléctrica.
De esta manera, quedan cubiertos de los riesgos inherentes al cobro de las facturas al cliente final, como le está sucediendo a Gas Natural en Colombia. Hasta el pasado septiembre acumulaba impagos que ascenderían a 2.000 millones de euros, según fuentes consultadas por Economía Digital.
Además del efecto cambiario en México, la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, a partir del próximo 20 de enero de 2017, ha cogido a Iberdrola en plena expansión de su filial Avangrid, la empresa de renovables de la que cuenta con el 81% de su capital y cuyos parques suman el 38% de los 15.000 megavatios de capacidad eólica de todo el grupo.
Un sector, el de las renovables que, en los Estados Unidos, se encuentra inmerso en cambios regulatorios, que la nueva administración estadounidense –en principio, reticente a favorecer la implantación de estas energías alternativas– podría introducir modificaciones restrictivas de calado.
Créditos a energías alternativas
A finales de 2015, el Congreso estadounidense aprobó legislación extendiendo y reduciendo progresivamente los créditos fiscales a la producción renovable y a la inversión solar.
De manera que los promotores que comenzasen la construcción de un proyecto eólico antes de 2017 recibirán el crédito íntegramente, siempre que lo lleven a cabo en un plazo máximo de cuatro años, mientras que lo verán reducido si lo inician entre 2017 y 2019.
En el caso de los proyectos solares, su inicio antes de 2020 comportará el acceso a un crédito a la inversión del 30%, siendo menor si los promotores comienzan la obra posteriormente.