Goldman Sachs tiene prisa por hacer caja en España
Ofrece en Internet por 180.000 euros pisos que compró hace seis meses a la Comunidad de Madrid por 70.000
Seguramente ni Tavis Cannell, director general de Goldman Sachs (GS) International, ni Manon Meijer y Mark Vennekens, dos altos directivos de la consultora británica Whitehall Management Services, perteneciente al fondo estadounidense, pisarán jamás el local que, casi de incógnito, ha montado el fondo Azora, su socio español, en Aravaca.
Un barrio periférico de Madrid desde donde GS va a intentar, como mínimo, duplicar los 200 millones invertidos en comprar casi 3.000 pisos al Ivima, la promotora pública de la Comunidad de Madrid.
Desde Londres y Amsterdam
A los tres consejeros de GS en Encasa Cibeles –la empresa creada con sede en ese local para dar cobertura a la operación–, no les hará falta dejarse caer por unas oficinas situadas en el extrarradio de la capital, de tapadillo en la planta baja de un edificio residencial. Desde sus despachos en Londres y Amsterdam están perfectamente al tanto de todo lo que sucede.
Una simple llamada o un e-mail bastará para que Fernando Gumucio, presidente de esta sociedad interpuesta y uno de los fundadores, junto a Concha Osácar, de Azora –el fondo con el que GS se ha aliado en esta operación– les tenga al corriente de cualquier novedad que se produzca. Aunque ellos ya se hayan encargado de dejarlo todo atado y bien atado.
Primeras medidas
Y las primeras medidas ya se están dejando notar. Esas que desde la Comunidad de Madrid, con Pablo Cavero a la cabeza, consejero de Vivienda –y curiosamente con una Sicav gestionada por GS–, intentaron camuflar en el momento de la adjudicación, y que los inquilinos, con buena lógica, se temían. Que el fondo había adquirido estas viviendas para intentar hacer un negocio redondo. Y hacerlo lo más rápidamente posible.
El juego ya se ha iniciado. La cosa resulta sencilla, aunque las consecuencias sociales sean dramáticas. Cuestiones que a Cannell, Meijer y Vennekens no les suponen la más mínima consideración. Estos casi 3.000 inquilinos tienen que ejercer la opción a compra a medida que venza el plazo establecido. Si no lo hacen, Goldman Sachs procederá a rescindir los contratos de arrendamiento. O compran o se quedan en la calle. Así de crudo. No ha lugar a una prórroga del alquiler.
Opciones a compra inviables
Y, claro, ejercer hoy la opción de compra, con la que está cayendo, y con los precios fijados hace siete años, va a resultar, en muchos casos imposible. Teniendo en cuenta la actual situación económica por la que atraviesan un buen número de estas familias, en paro y sin apenas ingresos, resultará difícil que una entidad financiera acceda a otorgar el préstamo para poder adquirir estos pisos por un precio de entre 120.000 y 160.000 euros.
Durante 2014 serán casi 400 los arrendatarios a los que les vence la opción a compra. Los primeros que ya han pasado por ese trance son los 52 ocupantes de sendos edificios junto a la plaza de Castilla, al norte de Madrid, muy cerca del paseo de la Castellana, que recibieron las llaves de sus pisos el 27 de enero de 2007 de manos de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
Las consecuencias de las primeras opciones a compra no llevadas a término ya se pueden apreciar en Internet, con la oferta de estas viviendas, por 180.000 euros, en algunos portales inmobiliarios.
Con o sin inquilino
Vender estas viviendas, con o sin inquilino dentro, de manera minorista, es una de las opciones barajadas por Goldman Sachs y Azora. Si se venden por esta vía, bien, pero, si no, siempre quedará la opción de hacerlo, de manera mayorista en lotes de 100 0 200 unidades, a otro inversor a medida que las viviendas queden libres.
Bien porque las opciones de compra no han podido ejecutarse o porque el final de las ayudas de las que gozan algunos arrendatarios, al no ser renovadas –el casero ya no es un ente público– provocará que numerosos alquilados no puedan seguir pagando las rentas y también tengan que dejar la vivienda.
En definitiva, la cosa está clara. O ejercen la compra y pagan un total de, por ejemplo, 170.000 euros por un piso de 65 metros cuadrados, o el inmueble se vende en el mercado al precio que los nuevos propietarios estimen conveniente. El caso es duplicar ampliamente el precio pagado, por un lado o por otro. Para Goldman Sachs, si la operación se hace rápido, mejor, pero si demora un tiempo tampoco pasa nada.