Ferroglobe vive su año dorado en bolsa mientras pide el rescate a la SEPI y apaga hornos en Arteixo
La dueña de Ferroatlántica quintuplica su valor en bolsa tras enfilar una recuperación de la que ahora se descuelga su negocio en España ante la escalada del precio de la luz
Cara y cruz para Ferroglobe en el año de la salida de la crisis por el Covid-19. La multinacional, controlada al 48,7% por el Grupo Villar Mir, atraviesa su mejor año en bolsa después de que sus acciones quintuplicasen su precio en apenas nueve meses (ahora cotizan en el entorno de los 8 dólares) tras enfilar una recuperación que, en el caso de países como España, se empieza a trastocar.
Y es que la dueña de Ferroatlántica vive un idilio en bolsa mientras acude a la puerta de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) para solicitar una ayuda del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas y recorta capacidad de producción en su planta de Sabón.
Corta su recuperación en Sabón
En concreto, el grupo que ahora capitanea Marco Levi ha decidido apagar de nuevo el tercer horno de la que ahora es su única factoría gallega (el complejo de Cee-Dumbría fue vendido, junto a diez minicentrales hidráulicas, al fondo TPG Sixth Street Partners). Según ha denunciado la CIG, la dirección de la compañía comunicó su intención de dejar sin actividad este horno ante una escalada de la luz que impacta de lleno en uno de los buques insignia de la industria electrointensiva en Galicia.
«Probablemente derivará la producción a otras plantas que el grupo tiene fuera del Estado español porque considera insostenible el actual precio de la energía», lamentaba el sindicato, que recalca que la «medida implica, además, el despido del personal eventual y del personal de las empresas auxiliar por la falta de carga de trabajo».
Sale de números rojos
De esta manera, Ferroatlántica deshace una de las medidas estrella que puso en marcha en Galicia a comienzos del año. Fue en el primer trimestre cuando la firma decidió reiniciar este horno que llevaba apagado desde finales de 2018, cuando el golpe recibido por el recorte en la subasta de interrumpibilidad obligó a la firma a apretarse el cinturón hasta el punto de, meses después, llegar a apagar un segundo horno.
«El crecimiento de la demanda y la subida del precio del silicio en el mercado auguraban que este sería el año de la recuperación para la fábrica de Sabón«, lamentan desde la CIG sobre la salida del túnel que la compañía vaticinaba tras salir de números rojos. La firma se anotó unos beneficios cercanos a los 700.000 euros en el segundo trimestre del año, una cifra que, sin embargo, no ha sido suficiente para compensar las pérdidas por valor de 58,5 millones de euros que se anotó en los tres meses anteriores, pero que daba pie a los responsables del grupo a prever un futuro más optimista.
Los resultados «continúan fortaleciéndose debido a la ejecución exitosa del plan estratégico, así como a la solidez general» por el repunte tanto de la demanda como de los precios del silicio, un cambio de tendencia que, según Marco Levi, marcaban un «cambio de tendencia» para la compañía.
Ferroatlántica acude a la puerta de la SEPI
La dueña de Ferroatlántica ve cómo la escalada de la luz pone cuesta arriba su recuperación en España mientras espera a que la SEPI tome una decisión sobre su petición de rescate. El Grupo Villar Mir solicitó inicialmente unas ayudas por valor de casi 240 millones de euros al Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, un plan que ha tenido que retocar sobre la marcha para segregar su petición por cada una de sus áreas de negocio.
De estos casi 240 millones, una cantidad cercana a los 35 millones irían a parar a Ferroatlántica, que el pasado mes de mayo anunció alcanzó un acuerdo con los trabajadores de su planta de Boo (Aragón) para el despido de 42 de sus 140 empleados y 12 recolocaciones en otras factorías del grupo.