Ferroatlántica vuelve a pérdidas en España tras otro año al ralentí en Sabón y en sus minas
Su matriz, Ferroglobe, reconoce que cerró con números rojos en España el año pasado, en medio de un recorte de producción en sus minas de cuarzo y la planta de silicio metal de Sabón
Ferroatlántica vuelve a teñirse de rojo en el año del Covid-19. Así lo refleja su matriz, Ferroglobe, en su memoria anual del 2020, en la que revela que cerró con «bases imponibles negativas en España, Francia y Argentina» tras un ejercicio en el que volvió a operar a medio gas su planta de Sabón (en la que emplea a algo más de un centenar de trabajadores) y su red de minas de cuarzo en Galicia.
En concreto, Ferroglobe, que se anotó pérdidas de 246 millones de dólares (unos 202 millones de euros) el año pasado, vio recortadas sus ventas de silicio metal de 539,9 millones de dólares a 463,2 millones. Se trata del producto que sale principalmente de la factoría arteixana y que va destinado, fundamentalmente, a nutrir los paneles fotovoltaicos de los parques solares.
Este descenso ha tenido lugar en un periodo marcado por un nuevo descenso de precios del 0,8% y, sobre todo, un recorte de producción. Esta retrocedió desde las 239.692 toneladas métricas registradas en 2019 hasta las 207.332 alcanzadas el año pasado. A este descenso ha contribuido, en parte, la decisión que la compañía tomó a finales de 2019 de paralizar uno de sus tres hornos después de que sus costes eléctricos se disparasen como consecuencia del recorte a la, por aquel entonces, última subasta de interrumpibilidad.
Minas que operan a la mitad de su capacidad
Ferroatlántica, que a mediados de 2019 selló la venta de su complejo de Cee-Dumbría y de diez minicentrales hidroeléctricas en los ríos Xallas y Grande al fondo TPG, también ha visto recortada la aportación de sus tres yacimientos en Galicia.
La compañía cuenta con dos filiales a través de las cuales articula su actividad minera en Galicia. Se trata de Cuarzos Industriales y Rocas, Arcillas y Minerales, a través de las cuales controla las explotaciones de Sonia (mina ubicada en el Concello de Mañón), Esmeralda (Val do Dubra) y Serrabal (entre los municipios de Vedra y Boqueixón).
De estos tres yacimientos salieron un total de 302.000 toneladas de cuarzo a lo largo de 2020. La cifra supone un nuevo descenso del 14,7%, que se suma al recorte del 25% del ejercicio anterior, después de que estas minas hayan operado prácticamente a la mitad de una capacidad anual que ronda las 530 toneladas.
El enigma en O Vicedo
«Tenemos una fuerte dependencia de estas operaciones mineras para nuestro abastecimiento de cuarzo y carbón», recalca la compañía, en referencia a los yacimientos mineros que opera en países como España. En este sentido, Ferroglobe espera poder ampliar su huella de la mano de los proyectos Conchitina y Conchitina Segunda, dos minas situadas en el concello lucense de O Vicedo y por las que la compañía está dando la batalla para integrar sus derechos de explotación bajo un único paraguas.
La concesión de Conchitina Segunda no expira hasta 2027, pero la de la primera, por el contrario, expiró en 2009, motivo por el cual Ferroglobe ha pedido integrarlas en un único proyecto para poder operarlas. «Aunque Ferroglobe no ha recibido la aprobación formal de la autoridad minera española en su plan minero 2021, no se nos impide legalmente que comencemos las operaciones en el área si nos basamos en el totalmente autorizado plan minero 2020″, recalca la compañía, que asegura estar a la espera sobre su solicitud para consolidar estas dos concesiones.