Ence duplica el beneficio de su planta de Pontevedra: casi 61 millones
La fábrica de Lourizán tuvo unas ganancias solo 15 millones por debajo de Navia en 2018, aumentó la producción de celulosa y disparó la venta de energía
Lourizán es una pequeña joya en el mapa de las plantas de Ence, ahora integradas por la de Pontevedra y Navia, tras el cierre de Huelva. Y el complejo de Lourizán ha vuelto a ser paradigma de rentabilidad. Sucedió en 2018, cuando la compañía transitaba con tranquilidad tras haberse aprobado la prórroga de su concesión, y solo meses antes de la revolución generada por la decisión de la Abogacía del Estado de no apoyar en la Audiencia Nacional la decisión que sí tomó en 2016, dejando en el aire el futuro de la planta.
Lo que sí queda claro hasta ahora es lo que apunta el informe anual de la compañía registrado en la Comisión Nacional del Mercado de Valores. La fábrica de Pontevedra aportó a Ence unos beneficios netos el año pasado de 60,7 millones de euros, frente a los 33 millones obtenidos un año antes. Estos resultados se quedaron solo a unos 15 millones de euros de la planta asturiana de Navia, que logró unas ganancias el año pasado de 75,7 millones. En total, el beneficio neto de Ence fue de 131,6 millones de euros. En 2017 habían sido de 93,6, con esa aportación de 33 millones de Lourizán, por 49,5 millones de ganancias de Navia.
Ganancias apoyadas en la venta de energía
Queda claro que Lourizán, sin presentar los registros de la planta asturiana, es un gran negocio para Ence. Y que el 2018 fue un año singular para el complejo que está sobre la ría de Pontevedra. Estos resultados son consecuencia de una cifra de negocio de la planta gallega que se elevó hasta los 298,2 millones de euros en 2018, frente a los 257,8 millones de ingresos de un año antes.
La venta de energía tuvo una particular aportación durante el año pasado en Pontevedra, según el informe anual de la compañía presidida por Juan Luis Arregui. En total, y en megavatios hora producidos, fueron 230.660, frente a los 217.441 megavatios hora de 2017. La producción y venta de celulosa se mantuvieron en parámetros similares, con ligeros crecimientos.
Sin provisionar el eventual desmantelamiento
Ence, todavía con la tranquilidad de la prórroga de la concesión, y sin vislumbrar el envenenado escenario que se presentaría meses después, advertía al final de 2018, que «en caso de que el grupo esté obligado a desmantelar sus instalaciones o a rehabilitar el lugar donde se asientan, el valor estimado de dichos costes se incorpora al valor en libros del activo por su valor presente», con abono al epígrafe de provisiones en sus estados consolidados.
Ence iba más allá en su tranquilidad. «Considerando las condiciones en las que se otorgó la concesión donde se ubica la biofábrica de Pontevedra», dice el grupo, «así como los plazos en los que se ha extendido su vigencia y el potencial valor de realización de los activos en el momento del desmantelamiento, se ha estimado que estos costes serán poco significativos, por lo que el estado de situación financiera adjunto no recoge provisión alguna por este concepto».
Más inversiones y más capacidad
Ence duplicó sus inversiones en Pontevedra durante el año pasado, hasta los 39,6 millones, frente a los 14,3 millones destinados a nuevos proyectos de 2017. En Navia, se cuadruplicaron las inversiones, hasta los 42,4 millones.
El revés en la prórroga de la concesión llega después de haber ampliado la fábrica de Placeres. Durante 2018, según relata el informe anual, se ha completado el proyecto de ampliación, en 30.000 toneladas, de la capacidad de producción de celulosa del complejo industrial de Pontevedra y ha arrancado el proyecto para ampliar la capacidad de Navia en 80.000 toneladas.