El socio ourensano de Amancio Ortega que diseñó el éxito de Inditex en México

Lino de Prado, el emigrante gallego que preside Zara México desde hace más de dos décadas, se consolida entre los empresarios más influyentes del país azteca

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Entre todos los emigrantes gallegos que han triunfado en México, hay uno estrechamente ligado a la figura de Amancio Ortega. Considerado como uno de los grandes responsables del éxito en la implantación de Inditex en el país azteca, Lino de Prado, presidente del consejo de Zara México desde hace más de dos décadas, es de origen ourensano. Planta sus raíces en Celanova, desde donde cruzó el charco junto a su hermano Sindo, para hacer fortuna en Latinoamérica.

Lino de Prado Sampedro es mucho más que un cargo en una filial de Inditex. Año tras año aparece en las listas de las personas más influyentes de México. En 2016 fue en el puesto 81 del ranking elaborado por la publicación Líderes Mexicanos. Pero además de sus méritos en el gigante textil, ha sido un vigilante de los otros negocios de Amancio Ortega, defendiendo los intereses de Pontegadea, el brazo inversor del fundador de Inditex.

El coleccionista de trofeos

El presidente de Zara México nació en Ourense en 1944. Emigra a México y estudia en la Escuela Bancaria y Comercial, la escuela privada más antigua del país. En 1.992 fue nombrado presidente de Zara México. Y desde entonces acumula fortuna y galardones. En 2009 recibió la Orden del Mérito Civil en grado de Encomienda que otorga el Ministerio de Asuntos Exteriores de España.

El año pasado, en una comida organizada por la Cámara Española de Comercio en México, fue distinguido al mismo tiempo que el ex jugador del Real Madrid, Hugo Sánchez, como Amigo de la Marca España por su contribución a la imagen del país. En el acto estuvieron José Luis Bonet y Carlos Espinosa de los Monteros, ex vicepresidente de Inditex y actual Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España. De Lino Prado destacaron entonces sus «excepcionales canales de interlocución» y su enorme utilidad para las empresas españolas.

La excepción de México

En el cierre de su último ejercicio completo, Inditex contaba en México con 338 establecimientos y presencia de todas las cadenas de la textil, siendo, con mucha diferencia, el mercado latinoamericano más importante por número de tiendas. Sin embargo, Inditex no controla la totalidad del capital de Zara México, si no el 95%, algo excepcional en la compañía que solo se reproduce con Tempe, donde la multinacional gallega comparte accionariado con el empresario alicantino Vicente García Torres al 50%.

El aliado en territorio azteca es Lino de Prado, a quien la prensa mexicana especializada otorga el mérito de la consolidación de Inditex en el país. No fue la única aventura donde se adentró el empresario, a quien el ex alcalde socialista de Ourense, Agustín Fernández, pidió ayuda para las inversiones en los proyectos termales que planeaba la ciudad y que todavía continúan atascados a día de hoy.

El megaproyecto de Pontegadea

También se adentró en el sector de los parques recreativos a través de Recorcholis, y en el sector hostelero con El Bajío, una cadena de restaurantes. Pero quizá uno de los proyectos a los que estuvo más vinculado fue una macroinversión de Pontegadea, cerca de 300 millones de dólares, para levantar el rascacielos más alto de Latinoamérica.

El edificio se iba a llamar Torre Bicentenario y Ortega fue de la mano con el grupo mexicano Danhos, para un gasto total que se estimó entonces en 600 millones. El proyecto estaba impulsado por el propio Gobierno mexicano, pero acabó cancelándose entre una fuerte polémica. El complejo se asentaba sobre una zona de valor histórico, bordenado parte del Bosque de Chapultepec, lo que vulneraba la normativa de desarrollo urbano. En 2007, el Gobierno mexicano decidió cancelarlo.

Durante la escalada de tensión, Lino de Prado fue la cabeza visible de Pontegadea. En declaraciones al diario Proceso, concluyó que la sociedad de Amancio Ortega no iba a desarrollar nada «que estuviera fuera de la ley» y que si había algo irregular «no se pude llevar a cabo y punto». Para entonces, según dijo el empresario, Pontegadea ya había invertido 30 millones en el complejo.

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