El plan en Varilongo: reabrir la mina en 2021 y expandirse en 2023
Rafaella Resources quiere empezar a vender el wolframio de la mina subterráneo de Varilongo en 2021 y expandirse para abrir otro yacimiento a cielo abierto
Rafaella Resources desvela su hoja de ruta para la reapertura de la mina de Varilongo (Santa Comba). La compañía australiana ya ha iniciado los primeros trabajos en este yacimiento que llevaba abandonado desde 1985 y que ahora quiere reactivar para cosechar unos ingresos de entre 97 y 158 millones de euros con un proceso que se desarrollará en dos fases.
En concreto, la compañía, afirma que los ha inundado los depósitos interiores de la mina y que ahora se prepara para hacer el camino opuesto para «implementar modernos métodos de minería» tras remodelar el insterior y poner en marcha los mecanismos de ventilación. El objetivo de Rafaella Resources es acometer los trabajos necesarios para poder extraer entre 150.000 y 200.000 toneladas anuales de «minerales de grado superior» y comenzar la comercialización del mineral del yacimiento.
Mina subterránea y a cielo abierto
Sobre este punto, la compañía recalca que espera lograr las «primeras ventas» a finales de 2021 hasta alcanzar unos ingresos por valor de 28 millones de dólares (unos 23 millones de euros) en 2022 y otros 24 millones de dólares en 2023, año en el que activará la segunda fase de su plan.
Será entonces cuando la compañía comience su camino para lograr los permisos para «expandir operaciones» y poder extraer mineral procedente de otra mina a cielo abierto. «Esta solicitud de permisos debe incluir una nueva evaluación de impacto ambiental ya que afecta a un nuevo área. Parte de los trabajos para la evaluación de impacto ambiental y otros proyectos ya han comenzado para acortar el calendario de permisos», asegura la compañía.
Hoja de ruta hasta 2030
Rafaella Resources explotará terrenos inicialmente adjudicados a Grupo Minero Santa Comba y ahora propiedad de su filial Galicia TIn & Tungsten (empresa comprada en verano de 2019), pero que, a diferencia del antiguo yacimiento subterráneo explotado por última vez por Rumasa, no han recibido la luz verde de las distintas administraciones para iniciar la explotación. Es por ello que la compañía deberá solicitar, entre otras cosas, permisos municipales para utilizar explosivos, un proyecto de restauración del yacimiento que debe ser sometido a información pública, así como permisos para la emisión de gases.
Según los plazos que maneja la compañía, que ya ha depositado una fianza de 104.000 euros como garantía para el plan de cierre, estos trámites se resolverán entre el segundo trimestre de 2022 y finales de 2023 con el objetivo de iniciar los trabajos iniciales en la mina a cielo abierto y comenzar a explotarla en 2024. Será entonces cuando, según su calendario inicial, este yacimiento que será explotaado hasta, como mínimo 2030, tome el relevo de la mina subterránea, que dejará de operarse en 2024.