El pelotazo de las mascarillas: Sibucu, la dueña de MoonOff, disparó un 4.000% sus ingresos el año del Covid
La empresa pasó de facturar 765.000 euros en 2019 a superar los 30 millones el año del Covid gracias a los contratos públicos para suministrar material sanitario, que multiplicaron por 10 sus beneficios
Una empresa de cuatro trabajadores y sin vínculo conocido con el sector sanitario se convirtió en un distribuidor masivo de mascarillas y materiales de protección durante la pandemia por Covid-19, multiplicando de manera espectacular sus ingresos y sus beneficios en solamente un año. Sibucu, la sociedad que controla la conocida empresa de iluminación MoonOff, pasó de una cifra de negocio de algo menos de 765.000 euros en 2019 a cerrar el ejercicio de 2020 con más de 31 millones de facturación, un crecimiento próximo al 4.000%.
Ese curso, con las administraciones buscando con urgencia material sanitario para proteger a la población del virus y frenar su avance, Sibucu multiplicó casi por diez sus beneficios. Cerró el ejercicio con ganancias de 3,2 millones frente al resultado positivo de 344.000 euros del año anterior. El resultado de explotación se disparó hasta los 4 millones, cuando antes de la pandemia era de 159.000 euros. El patrimonio neto de la sociedad se situó en 1,5 millones, el triple, y los tres socios acordaron repartir casi dos millones en dividendos, una cuantía impensable un año antes pues equivaldría a tres veces su facturación.
Sibucu y la conexión china
Sibucu se constituyó en 2014 como una clásica sociedad de tenencia de activos, aunque luego fue ampliando su objeto social para incluir la inversión inmobiliaria, los servicios de consultoría y otras actividades variopintas, como el comercio de productos de perfumería. Cuatro años después se convirtió en administradora única de MoonOff, coincidiendo con la inhabilitación por fraude fiscal de José Ramón García, fundador de Blusens e impulsor de la empresa de iluminación, que presidía hasta su condena.
Estas raíces no son baladí, pues la implantación de MoonOff en China, con instalaciones y personal en el gigante asiático, le permitió tener capacidad para importar material sanitario en un momento de máxima urgencia para las administraciones por la emergencia sanitaria. La operativa de Blusens, cabe recordar, también consistía en ensamblar sus aparatos electrónicos en fábricas chinas para luego distribuirlos.
Sibucu, que a cierre de 2020 controlaba el 75% de MoonOff, tiene tres socios que se reparten el capital a partes iguales a través de sociedades cartera: Diego Mata Tojo (Dmadvance Invest), José Ángel Juncal (Vucks 369) y Francisco José Dosil (Adsens360).
Lluvia de contratos públicos
La capacidad para conseguir mascarillas permitió a Sibucu obtener una elevado número de contratos públicos. La Xunta, el Ayuntamiento de Madrid, la Junta de Andalucía, los gobiernos navarro y murciano o la Comunidad de Madrid contrataron con los socios de MoonOff, que canalizaron el negocio a través de su otra empresa.
Según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil correspondientes al ejercicio de 2020, el año crítico del Covid, de los 31 millones que facturó Sibucu, 30,7 millones correspondían a la «comercialización de material sanitario», un área de actividad inexistente en la empresa hasta ese mismo ejercicio.
En un amplio reportaje, el diario Público daba cuenta de que una parte de las mascarillas distribuidas por Sibucu hubieron de ser retiradas por tener una certificación irregular, pues estaban validadas por un laboratorio italiano que carecía de acreditación para hacerlo. La irregular documentación motivó la apertura de un expediente sancionador por parte del Instituto Galego de Consumo. Diego Mata Tojo, uno de los tres socios de la empresa, explicó al diario digital que fue «un fraude del laboratorio» italiano y que afectó a unas 80.000 mascarillas cuando han distribuido 80 millones.
Créditos ICO
El aumento del negocio también conllevó un incremento de la deuda para Sibucu, que pasó de 320.000 euros en 2019 a 1,7 millones al año siguiente. Sin embargo, una parte del incremento del pasivo se debe al acceso de la empresa a créditos ICO en condiciones ventajosas, con tipos de interés por debajo de mercado, durante el año de la crisis sanitaria. En concreto, las cuentas anuales de aquel ejercicio recogen la formalización de un préstamo ICO en abril de 2020 por importe de 300.000 euros y de otro en junio de ese mismo año de 600.000 euros.