El millonario robo de mascarillas esconde una trama de facturas falsas
El concurso de Oxidoc, la empresa de la nave de Santiago que sufrió el robo de dos millones de mascarillas, acabó destapando una red de ventas ficticias
Oxidoc, la empresa propietaria de la nave de Santiago que sufrió el robo de unos dos millones de mascarillas en febrero, antes de que estallara la crisis del coronavirus, es conocida en el mundo sanitario por sus equipos de reanimación portátiles, unos maletines de color naranja intenso que en su día dieron grandes alegrías a su propietario, el empresario Miguel Vaquer. La compañía con base en Palma de Mallorca, que también comercializaba desfibriladores y otro material médico, se encuentra desde 2012 en concurso de acreedores, ahora en liquidación, envuelta en un proceso judicial que ha sacado lo peor de sus administradores.
El robo de unos dos millones de mascarillas de alta protección con destino a Portugal, según las estimaciones de Alfonso Rueda, vicepresidente de la Xunta, pone al descubierto todo un entramado de facturas falsas en el que se vio envuelva Oxidoc, y que acabaron con sus administradores inhabilitados. Detrás del robo de febrero, diversas fuentes apuntan al propietario de una empresa inmobiliaria compostelana ajeno al mundo sanitario. La Xunta valora en cinco millones de euros todo el material robado en el polígono santiagués.
Concurso culpable
Con el empresario y presunto autor del robo con fuerza ya en la calle, las miradas apuntan a una gestión que dejó desatendida la red de almacenes y de distribución de Oxidoc, lo que habría propiciado el abandono del material. Fueron los administradores concursales de la compañía, que entró en fase de liquidación en 2012, los que dieron el permiso para que la Policía Nacional adscrita a la Xunta entrara en la nave del Polígoco do Tambre, y también quienes en su día cargaron ante el juez contra la gestión de los propietarios de Oxidoc.
De hecho, en mayo de 2016, el Juzgado de lo Mercantil numero dos de Palma, que tramitaba los recursos del proceso concursal, en los que se apuntaba la connivencia de la compañía con otras empresas del sector para llevar a cabo prácticas irregulares, dedice considerar culpable la suspensión de pagos de la compañía, cuando inicialmente se había presentado de forma voluntaria. ¿Por qué?
La administración concursal de Oxidoc, que reclamó la calificación de culpable del concurso, fundamentaba en un motivo su reclamación: «La práctica de la concursada de emitir facturas que no respondían a prestación de servicios para luego rectificarlas, utilizando recibos para obtener su descuento bancario, abonando su importe una vez llegada la fecha de pago». Así consta en la sentencia que considera culpable el concurso e inhabilitó a sus administradores a dos años para gestionar empresas.
Una red de empresas cómplices
La sentencia deja claro que incluso algunos contables de la propia compañía reconcían ante el juez estas prácticas, a través de una red de facturas irregulares, para maquillar finalmente su volumen de negocio. «Esa forma de proceder», dice la sentencia, «se incardina en el supuesto de hecho previsto legalmente, representando una forma irregular de financiación que altera la situación patrimonial de la concursada atendidas las cifras que llegó a alcanzar, ofreciendo un volumen irreal de ventas».
La sentencia considera además cómplices de las irregularidades a otras empresas con las que Oxidoc tenía relación. De hecho, califica así a varias compañías que tenían acuerdos comerciales con Oxidoc, como es el caso de Dex Comercial, Laboratorios Ruthalvin y Logística Sanitaria, como acreditaron los administradores concursales durante el proceso. Toda una trama de irregularidades para acabar con el abadono de millones de mascarillas en una nave de Santiago.