El dueño del Club Financiero Atlántico de A Coruña ultima su alquiler de nuevo
El presidente de la sociedad propietaria del emblemático inmueble, que tiene la mayoría del capital, lleva a la junta general la propuesta de arrendamiento a “una firma de primer nivel”
Nueva vida para el Club Financiero Atlántico de A Coruña. Al menos, si se atiende a las intenciones de su actual presidente y máximo accionista, a quien solo le falta someter a la junta general de socios la aprobación de la firma del contrato de arrendamiento de la emblemática sede de la Avenida Salvador de Madariaga, 76, en la entrada de A Coruña.
De acuerdo con el orden del día de la junta general de accionistas, que se celebrará en primera convocatoria el próximo 1 de septiembre, se someterá “a ratificación de la junta la firma de contrato de arrendamiento de solar de la parcela propiedad de la mercantil sita en Avenida Salvador de Madariaga, 76, en A Coruña, con una firma de primer nivel”. Así lo recoge el punto cuatro de la convocatoria, sin que haya trascendido hasta el momento quién será el próximo inquilino.
El control de la sociedad
Lo cierto es que Propietaria Club Financiero Atlántico SA, que así se llama la sociedad que controla el inmueble, ya tendría inquilino, a falta simplemente de que la junta general ratifique el contrato. El presidente de la sociedad, Esteban Vales Rey, controla entre el 55 y el 58% del capital, por lo que ese peso accionarial será determinante para sacar adelante sin mayor sobresalto la propuesta.
El resto del capital de Propietaria Club Financiero Atlántico SA se encuentra repartido en diversos paquetes, que corresponden a los socios del Club Financiero Atlántico, que cerró sus puertas en marzo del año pasado, justo antes de la pandemia, tras no haber podido superar el concurso de acreedores presentado previamente, lo que derivó en su liquidación.
Un inquilino fallido
La incapacidad para llegar a un acuerdo con su casero, el dueño de Propietaria Club Financiero Atlántico SA, precisamente, y el aumento de las deudas hicieron que la histórica entidad empresarial encarase su disolución. La elevada mensualidad que demandaba el nuevo casero era el principal motivo para solicitar la entrada en concurso de acreedores, proceso que no lograron levantar.