El ‘annus horribilis’ de Indra: Púnica, ERE y contratos en peligro
La empresa tecnológica ha tenido que descabezar a su cúpula salpicada por una trama corrupta, y se enfrenta a despidos colectivos y a una creciente deuda. Además de su drama interno, peligra su contrato más emblemático: el de las elecciones generales
Siete plagas azotan a Indra desde que comenzó a correr este año. Todo han sido contratiempos, tropiezos y escándalos en la que fuera empresa tecnológica por excelencia y que ahora está siendo cuestionada no sólo por los mercados sino por sus propios accionistas y directivos.
La compañía tuvo que afrontar una reestructuración profunda para limpiar su cúpula después de que saltó el escándalo de la operación Púnica en la que estuvieron implicados el propio consejero delegado Javier de Andrés y el presidente Javier Monzón. Durante su gestión, se aprobaron los pagos a la trama corrupta orquestada desde el PP madrileño, según la instrucción del caso.
Contabilidad creativa
El nuevo equipo directivo, liderado por Fernando Abril-Martorell, ha descubierto un negocio en declive, una contabilidad creativa inflada en más de 500 millones de euros y unos accionistas que se niegan a inyectar dinero en el negocio, tal como ha solicitado la directiva para afrontar la reestructuración. Además, la compañía tramita un ERE de 1.750 trabajadores afectados. Nada parecía ir peor para Indra hasta que el propio Gobierno está a punto de arrebatarle el contrato a favor de una UTE entre la catalana Scytl y la madrileña Tecnocom.
El gobierno español ha valorado la oferta de dos compañías relativamente desconocidas para el gran público (aunque relevantes dentro de sus respectivos sectores) en perjuicio de la compañía de la que posee el 20% del capital. Indra ha protestado de forma verbal, aunque todavía no ha interpuesto ningún recurso a la decisión, según la empresa ha explicado a este diario. Cuando se conozca el veredicto final, Indra podrá recurrir la decisión que ya se da por descontada en la tecnológica española.
Deuda disparada
Indra atraviesa una situación delicada. La deuda de la empresa se ha disparado de forma exponencial. En 2009, su deuda a largo plazo suponía el 10% de sus beneficios anuales. Hoy, ese porcentaje se ha disparado hasta el 70%. Para colmo, los accionistas parecen haber dado la espalda a la compañía. El Gobierno ha asegurado que su intención es deshacerse de las acciones de Indra, pero esta acción no la ejecutará hasta que la empresa no emprenda una senda de crecimiento.
Los críticos aseguran que la nueva cúpula directiva no ha presentado un plan para reconducir a la compañía. Además de destapar los excesos y las irregularidades cometidas durante la gestión anterior, el nuevo equipo aún no ha presentado un plan viable para que la compañía vuelva a liderar el sector, según explican los trabajadores disconformes.