DIA: ‘O franquicia o a la calle’
Extrabajadores de los supermercados relatan cómo la empresa los envolvió para venderles una franquicia como alternativa a los posibles despidos
DIA busca franquiciados hasta debajo de las piedras y, si no los consigue, acude a sus propios trabajadores. La cadena de supermercados, que llena las estanterías con ofertas agresivas en leche y aceite, ha visto en sus propios empleados una excelente cantera para extender su red de tiendas. Pero muchos de ellos han terminado en la ruina.
Las encargadas de los establecimientos suelen ser el blanco perfecto para los responsables que buscan franquiciados para la cadena. Tienen experiencia en gestión de tiendas y los comerciales de la cadena les hacen ver que están frente a un negocio redondo.
Convertir el pasivo en activo
Con el traspaso de tiendas propias a franquicias y con la conversión de encargados en franquiciados, DIA hace un doble negocio: por un lado se garantiza una inyección de dinero rápido procedente de los nuevos franquiciados y, por otro, transforma el pasivo laboral en un activo.
Cada vez que un empleado DIA adquiere una franquicia, su finiquito se transforma en la primera fase de un crédito para comprar productos y llenar le tienda (unos 80.000 euros en género). De repente, la cadena elimina la deuda con un trabajador y es éste el que contrae una importante deuda con la empresa.
De encargada a franquiciada
«Fui encargada de DIA durante siete años. Era una tienda propia de la cadena, pero decidieron franquiciarla. Me dijeron que aceptara coger la franquicia porque, de lo contrario, sería trasladada y había posibilidades de que luego hubiese recortes o despidos. En pocas palabras, era o la franquicia o la calle», explica Maribel Mus, una extrabajadora que se arruinó después de aceptar la franquicia.
Maribel trabajaba en su tienda hasta que fue contactada por una responsable encargada de ganar nuevos franquciados para la red. Fue el mismo caso que el de Maricruz Blanco otra encargada de Galdácano (Vizcaya). En 2010, su marido y sus hijos estaban en paro y la empresa conocía su situación personal. Entones le ofrecieron adquirir una franquicia.
«Acepté porque estábamos en una situación complicada. Pensaba que podía ganar un sueldo digno para mí y para mi familia, pero a los cuatro meses, me di cuenta de que el negocio fallaba. Mientras más vendía más perdía. La clave de la pérdida está en que las ofertas, los 3 por 2 o la segunda unidad al 70% de descuento no las paga DIA sino nosotros», explica.
Jasone Ibarrondo también llevaba más de ocho años trabajando en DIA, los últimos de ellos como encargada, cuando los responsables de la cadena supermercados la contactaron. Como empleada, siempre tuvo un control exhaustivo de las cuentas, pero como franquiciada, la empresa le retiró uno de los rollos de control donde se podía contabilizar los descuentos acumulados.
«No te pagan las ofertas y, además, te llega el género en muy malas condiciones. Fruta pasada, quesos que están cerca de le fecha de caducidad», cuenta la exfranquiciada.
La cadena de supermercados, que exhibe sólidos resultados, asegura que todas las acusaciones de los franquiciados son falsas. Según la empresa, el negocio es muy rentable y la culpa es de los franquiciados que gestionan mal el negocio. Pero el abogado David Perales, que ha reunido a decenas de exfranquiciados de DIA en una querella conjunta, explica que el trabajador de DIA es el nuevo blanco de la cadena de supermercados.
«Convencieron a muchos de que debían renunciar al finiquito para entrar en un negocio muy rentable», asegura el abogado. «Y yo me pregunto: ¿si es tan rentable por qué ellos no se quedaron con esas tiendas que decidieron franquiciar?».