De Stellantis a Amazon: los accionistas se rebelan contra los sueldos de la cúpula
Los bonus a la directiva y a los primeros ejecutivos de las grandes multinacionales se aprueban por los pelos en empresas como Amazon o Telefónica y reciben el rechazo en otras como Stellantis
Si las juntas de accionistas acostumbran a ser placenteras, al menos en su mayoría, para la dirección de las grandes cotizadas, los puntos que suelen generar menos consenso son los nombramientos de consejeros y, de manera más recurrente, la política de retribuciones, donde es más habitual que una parte del capital exprese su desacuerdo con determinados bonus o pagos variables a la alta dirección o al consejero delegado. Todo apunta a que el rechazo a las remuneraciones es cada vez mayor entre los accionistas, en una tendencia que se prolonga desde el año pasado.
Como explicó Finanzas.com recogiendo los datos tomados por Georgeson, un 18% de las propuestas en materia de retribución recibieron más de un 10% de rechazo en el año 2018. Tres ejercicios después, con una pandemia mundial cortocircuitando la economía, el número se había elevado hasta el 30%. Su traducción en el IBEX pudo verse en la junta de Iberdrola, por ejemplo, donde el 16,6% de los accionistas rechazaron la política de remuneraciones. O en Amadeus, que fue más allá y recibió la negativa del 61,48% del capital.
Este año la historia se repite en grandes compañías como Telefónica, Stellantis, Amazon o la gran banca española, especialmente en el caso de Banco Sabadell. Hay que tener en cuenta que la mayoría de puntos de las juntas de accionistas se aprueban con más del 90% de los votos favorables, pero eso ya no parece tan sencillo cuando sobre la mesa se ponen bonus millonarios.
De Tavares a Álvarez-Pallete
Dos multinacionales sufrieron en sus carnes el creciente rechazo a los incentivos de la cúpula. Stellantis, la unión entre PSA y Fiat Chrysler, premió a su consejero delegado, Carlos Tavares, con un abultado paquete salarial que acariciaba los 20 millones de euros. El primer ejecutivo venía de completar una fusión que aúpo al grupo entre los cuatro mayores fabricantes de coches, pero eso no bastó para convencer a los accionistas, pues el 52% votó en contra la millonaria retribución. No fue nada que impidiese a Tavares cobrar los casi 20 millones de su paquete salarial, pero incluso Emmanuel Macron cargó contra la asignación del CEO y pidió un tope salarial en Europa para las grandes compañías. El Gobierno francés, de hecho, lleva años quejándose de lo que cobra Tavares.
Telefónica también se llevó un susto en la junta de accionistas, en este caso, por un incentivo extraordinario para un grupo de 156 directivos que se repartieron 22,6 millones. La gratificación estaba vinculada a diferentes operaciones como la venta de las torres de Telxius o la fusión de O2 y Virgin Media. El 43% del capital votó en contra.
La última en sumarse a la lista ha sido Amazon. El gigante de la distribución arrancó la nueva etapa tras la retirada de Jeff Bezos con cierta convulsión interna por el posicionamiento de accionistas críticos que demandan cambios en la compañía. Aunque no consiguieron sacarlos adelante en la junta de accionistas, si que quedó patente el rechazo a los incentivos accionariales de la nueva cúpula, que encabeza Andy Jassy. La propuesta de repartir un paquete de acciones a la alta dirección por valor de 350 millones, aunque parte de ellos a largo plazo y condicionados a objetivos, recabó un apoyo del 56% del capital, un aprobado justito.
La banca tampoco convence
La proactividad de los accionistas críticos en materia de salarios lleva tiempo extendiéndose también por la banca española, especialmente entre los inversores de Banco Sabadell, la entidad que conduce el ex de Novagalicia César González-Bueno. El cónclave celebrado en marzo deparó un 38,4% de votos contra la política de remuneraciones. Los asesores de voto, también conocidos como proxy advisor, recomendaron no votar a favor. Uno de los más conocidos, Glass Lewis, aseguró que los pagos al consejero delegado actual, al anterior y al presidente eran “excesivos”. Se refería a César González-Bueno (2,8 millones de salario fijo) y José Oliu (1,5 millones), y a lo que cobraba Jaime Guardiola, que se llevó 23,8 millones al dejar su puesto como consejero delegado.
Ana Botín y sus 12 millones de euros de remuneración tampoco lo tuvieron fácil. Un 12% de los accionistas del Santander votaron en contra de los sueldos, un porcentaje similar al que se dio en BBVA, con un 11,11% de votos negativos. El presidente, Carlos Torres, cobró 7,8 millones, tras un incremento de un 30% en dos años.