Brufau (de momento) salva de la quema a Gas Natural y el dividendo
Las desinversiones en CLH y en gas canalizado, más el retroceso en nuevas exploraciones, como las de Alaska, amortiguan las reticencias de inversores y agencias de rating al plan estratégico de Repsol
En la sede de Repsol saltaron las alarmas el pasado 23 de septiembre, cuando la cotización de la multinacional petrolífera presidida por Antonio Brufau marcaba mínimos anuales y cerraba en 10 euros tras haber perdido esa referencia en momentos puntuales de la sesión.
Ante la que estaba cayendo, la reacción fue inmediata. Media hora antes de que ese día cerrara la bolsa de Madrid, los responsables de Repsol, para tratar de contener la que se venía encima, tomaron la decisión de adelantar la presentación del Plan Estratégico 2016-2020. En lugar de finales de noviembre, como se había anunciado, se haría el 15 de octubre.
Desinversiones insuficientes
Desde entonces, los ánimos se han ido calmando, aunque solo de manera relativa. Las dos rápidas operaciones cerradas a finales de septiembre, con la salida de CLH al vender a Ardian el 10% de la logística por 325 millones de euros y la desinversión parcial de su negocio de gas canalizado, por 651,5 millones, a favor de Gas Natural Distribución y Redexis Gas, sirvieron de bálsamo. Sobre todo, por esos casi 670 millones de euros de plusvalías obtenidas.
Con ambas ventas se cubrían los 1.000 millones de dólares de desinversión de activos no estratégicos que Repsol había anunciado tras comprar la canadiense Talisman. Pero parece claro que no resultaba suficiente.
Había que ir a más. Y como, al menos de momento, queda descartada la venta, total o parcial, del 30% que la petrolera ostenta en Gas Natural –valorada hoy en 5.700 millones de euros– y también retirar el dividendo, no quedaba otra que adentrarse en un plan alternativo.
S&P marcaba la línea a seguir
En este sentido, la semana pasada la agencia de calificación Standard & Poor’s (S&P) mantenía el rating de Repsol, pero revisaba a la baja su perspectiva, ante el eventual menor margen del refino en 2016 y el riesgo de los compromisos de deuda, elevada a 13.264 millones tras la adquisición de Talisman. Cuestiones que dejarían a la empresa con un limitado cash flow negativo tras dividendos.
No obstante, dejaba caer S&P que esa situación sería fácilmente superable, al entender que Repsol cuenta con las herramientas necesarias para hacerlo. Entre líneas, venía a sugerir a la multinacional española que ese aumento de liquidez resultaría fácil de conseguir con más desinversiones o dando marcha atrás a inversiones comprometidas.
Marcha atrás en inversiones comprometidas
Ambas situaciones se acaban de dar con el acuerdo de reestructuración de los proyectos en Alaska, por el que Repsol intercambia el control con la compañía estadounidense Armstrong, de manera que dejará de invertir más de 700 millones de euros comprometidos en nuevas actividades exploratorias.
Serían la mitad de los que Barclays espera que Repsol deje de invertir entre 2015 y 2016 para volver a reforzar su confianza en la multinacional española, llevándola, en ese caso, a un precio objetivo de la acción en 22 euros, un 80% por encima de la cotización actual.
La operación con Armstrong se sustancia en que Repsol reducirá su participación al 49% en el área de desarrollo inicial cerca del delta del río Colville y al 25% en el consorcio que ambas sociedades forman en las zonas de explotación conjunta, en tanto que los estadounidenses pasan a tomar el control con participaciones del 51% en el desarrollo inicial y del 75% en el consorcio.
El crudo, a la baja y con menor producción
Mientras tanto, Repsol presenta su Plan Estratégico 2016-2020 en un momento en el que los precios del barril se siguen abaratando. Esta semana, el de la OPEP, se depreciaba hasta los 46 dólares, casi un 6% menos que el precio registrado al cierre del pasado viernes.
Si no es una cosa es por otra. El lunes, el motivo fue que la OPEP había aumentado su oferta conjunta de petróleo hasta un nuevo récord, y, un día después, fue el pronóstico de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) de que el crecimiento de la demanda mundial de petróleo se desacelerará más de lo previsto en 2016, el que causó la rebaja.
La AIE prevé, además, que la oferta de los países ajenos a la OPEP se reduzca el próximo año en prácticamente medio millón de barriles diarios, debido al recorte de inversiones en exploración y producción.