Blanco: auge y caída de un símbolo de la moda española
La cadena afronta el segundo concurso de acreedores con un futuro incierto
La historia se repite en Blanco. Tres años después de protagonizar el mayor concurso de acreedores del negocio de la moda en España, la cadena vuelve a los juzgados. Nacida antes que Zara y Mango, fue puntera en los años noventa con diseños rompedores y llegó a tener 2.000 empleados y 250 tiendas. Esta es la crónica del declive.
El cántabro Bernardo Blanco Solana fundó la compañía con apenas veinte años, en la España del desarrollismo. Corría el año 1960 y el joven empresario eligió Bilbao para abrir la primera tienda por el elevado nivel de renta de la ciudad. Una década después la cadena puso un pie en la exclusiva calle Velázquez de Madrid. Todavía faltaban cinco años para que naciera Zara, el gigante de la moda española.
La enseña se hizo un hueco en los armarios de las jóvenes de los noventa con estampados de leopardo, pero pese al éxito logrado se expandió de forma tímida. Ya en el cambio de milenio Blanco contaba con cincuenta tiendas, todas en España, y los directivos del sector empezaron a interesarse por su trayectoria de éxito.
En 2006 tomó el mando Bernardo Blanco Moreno, hijo del fundador, que dio el salto a Portugal. En pleno auge, la cadena se embarcó en una carrera acelerada por conquistar nuevos mercados. En 2010, pese a la crisis que ya afectaba al bolsillo de los consumidores, inició un plan de crecimiento que la llevaría a países como Francia, Reino Unido, Venezuela, República Dominicana o Arabia Saudí. En la monarquía de los Saud se apoyó en el grupo Alhokair para gestionar sus franquicias, siguiendo el modelo de Inditex.
Números rojos desde 2012
La caída del consumo acabó por pasar factura a las ventas. En 2012 las cuentas de Blanco se tiñeron de rojo, con pérdidas de 33 millones de euros, y se sucedieron los cierres de establecimientos. Con cincuenta tiendas menos, la empresa negoció la venta e incluso se interesó por ella Isak Andik, presidente de Mango, según informó Modaes.es. En 2013 llegó el primer concurso de acreedores y se despidió a 711 empleados.
En 2014, tras un drástico adelgazamiento, Blanco acabó en 2014 en manos de Alhokair, gestor de franquicias de Inditex, Mango, H&M y Gap en Arabia Saudí. Era la primera vez que el grupo saudí se hacía cargo de una marca y su estrategia pasó por la expansión en Oriente Medio mientras clausuraba tiendas en España y prescindía de 150 trabajadores. Las ventas no mejoraron y en 2014 cayeron un 36%. Las pérdidas ascendían a 32 millones de euros.
La trayectoria posterior de la cadena se asemeja a una caída libre. En junio de este año Alhokair traspasó la sociedad al fondo AC Modus, calificado como especulativo por fuentes del sector. Desde la operación, Blanco comenzó a impagar a los propietarios de los locales, a los trabajadores y a los proveedores. En paralelo, buscó un inversor.
Golpe a la reputación de la marca
Este jueves Gerry Waters, consejero delegado de Blanco, reunió a los representantes de los 900 trabajadores y les anunció un nuevo concurso de acreedores al no haber encontrado inversores. El mal menor. «La administración concursal será más diligente que los directivos que tenemos», apunta un representante sindical. A la espera de conocer el estado de las cuentas, los trabajadores observan con inquietud la crisis de la empresa.
Además, los acontecimientos de los últimos años han causado un proceso notorio de «pérdida de imagen», según constata Sashka Krtolica, profesora del Centre for Retail Leadership de EADA. «Cuando pasa algo negativo en los despachos se nota inmediatamente en las tiendas», señala.
El ambiente de trabajo en los establecimientos es tenso. No en vano, la Plataforma de Afectados por Blanco prepara acciones penales contra Alhokair. «Queremos que afronten la responsabilidad de haber llevado la compañía a la ruina», asegura un representante sindical.