El último año en el infierno de Pescanova

La nueva compañía está cumpliendo el plan de negocio que debería llevarla a beneficios en 2018 mientras mira de reojo a los tribunales

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La nueva Pescanova alcanzó una cifra de negocio 1.060 millones el año pasado con una treintena de filiales operativas. No alcanza los 1.400 millones que facturaba justo antes de su crisis y de que salieran a la luz las irregularidades contables de la directiva de Fernández de Sousa, pero la banca, que controla el accionariado de la nueva compañía, está satisfecha con la marcha del negocio.

Lo explicitó hace diez días el consejero delegado de Banco Sabadell. Jaime Guardiola dijo en Vigo que Pescanova va a “dar muchas alegrías” y que la entidad, que encabeza el grupo de accionistas junto a Caixabank, “recuperará no todo, pero sí un porcentaje significativo” de las pérdidas derivadas de la quiebra de la compañía.

Este martes fuentes financieras confirmaban que están satisfechos con el trabajo de González Robatto al frente de la pesquera y que el plan estratégico elaborado el año pasado se está cumpliendo. La hoja de ruta preveía unas pérdidas de unos 37 millones en 2016. Fueron exactamente 36,7 millones los números rojos de Nueva Pescanova. Este año se volverán a perder otros 7 millones, según las previsiones, mientras que será en 2018 el primer ejercicio de beneficios para la sociedad, en torno a 10 millones.

La tranquilidad de la banca

El optimismo de la banca respecto al futuro de Pescanova tiene que ver con dos problemas enquistados que han encontrado solución. El primero, la venta de la macroplanta de rodaballo que armó Fernández de Sousa en Mira (Portugal), después de que el gobierno bipartito rechazase el emplazamiento gallego de Cabo Touriñán para el complejo por tratarse de una zona ambientalmente protegida.

El PPdeG del candidato Feijóo puso el grito en el cielo ante la pérdida de semejante inversión, pero lo cierto es que la planta fue un agujero en las cuentas de la pesquera desde su inauguración en 2009. La banca acreedora, tras iniciar el trámite del preconcurso, vendió el centro  la sociedad portuguesa Ondas e Versos LDA este año. Ahí acabó la historia de Pescanova en Mira.

Nueva Pescanova finalizó en quiebra técnica en 2016. La ampliación de capital con la que solucionó el problema está pendiente de los juzgados

La otra dificultad era de tipo financiero. Nueva Pescanova finalizó 2016 con un patrimonio neto negativo de 27,1 millones de euros, es decir, en quiebra técnica, a causa del elevado coste de la deuda. Por este motivo, el plan estratégico 2017-2020 incluía un acuerdo de refinanciación para capitalizar la sociedad mediante la compensación de créditos de hasta el 35% del pasivo.

El resultado fue una ampliación de capital de 135,4 millones culminada en abril y que exigió la capitalización de 340 millones de deuda. El movimiento liquidó a los accionistas históricos de la pesquera, ahora encabezados por el propio Fernández de Sousa en la vieja Pescanova, que pasó de controlar un 20% de la nueva sociedad a un 1,7% del capital.

Esta es una de las mayores incertidumbres que arrastra la compañía, pues los accionistas han llevado a los tribunales la ampliación de capital. La banca entiende que el resto del plan de negocio avanza según los planes y que Nueva Pescanova será rentable en 2018.

El plan de negocio

El objetivo de González Robatto pasa por alcanzar los 1.500 millones en ventas en 2020. Para ello, Pescanova ha reforzado la marca con un nuevo diseño y prevé impulsar nuevos canales de venta y nuevos productos,y reducir costes tanto en las compras a terceros como en pesca y acuicultura. Ni un euro irá a aumentar la capacidad de transformación, según el plan estratégico.

Hasta ahora son el langostino, el rodaballo y la merluza negra los que están tirando del carro y han permitido elevar el ebitda en un año desde los 34,2 millones hasta los 68 millones.

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